domingo, 15 de junio de 2008

La fuga de Ascó

Hay una costumbre en los gobiernos españoles, y no sé si sería adecuado hablar de maldición, que consiste en que ante un problema promulgan una ley y ya se olvidan de él. Las consecuencias, a veces, pueden resultar dramáticas para unos pocos, con lo que al gobierno de turno no le afecta, puesto que no le hace bajar en las encuestas. He aquí, por ejemplo, los casos de mobbing inmobiliario. Si es sólo una familia la afectada, ante la tesitura de gastarse sus ahorros, si los tiene, en un juicio, que quizá pierda, puede optar por abandonar la lucha y tratar de encontrar otra vivienda. Si son varias las familias afectadas, puede que se unan y planten batalla.
El gobierno actual, por otra parte, ha mostrado su inoperancia en la huelga del transporte, a la que ha llegado tarde, aunque hay que agradecerle que no haya intentado cambiarle el nombre, como al trasvase que no era trasvase, ni a la crisis que no era crisis. Al gobierno actual le pilló por sorpresa la huelga, como antes había ocurrido con la falta de agua en Barcelona, o con la crisis a la que ha reaccionado tarde y mal. Nos dan 400 euros para fomentar el consumo y antes de que comience el reparto Solbes pide a la gente que se apriete el cinturón.
De la inoperancia del gobierno, que piensa que con hacer leyes ya ha cumplido, a veces, el perjuicio puede alcanzar a muchos. Así, por ejemplo, la fuga en la central nuclear de Ascó. ¿Cómo es posible que ante un hecho tan grave el gobierno no haya dispuesto de información inmediatamente? No ha dimitido ningún ministro, sin embargo. La obligación del gobierno debería ser no sólo la de imponer unas determinadas condiciones a las empresas concesionarias, sino la de vigilar ininterrumpidamente que se cumplan. Pero el propio Zapatero achacó el grave suceso a un error humano; y se quedó tan ancho. Luego culpó a la empresa propietaria, la cual debe pagar por ello y presumiblemente lo hará. Pero el responsable ante los ciudadanos es el gobierno. Y no se ve ningún deseo en él de purgar su culpa. ¿Son irresponsables nuestros políticos?

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