Un artículo de Enric González fue tildado en su día como una obra de arte por un conocido mío poco dado a las exageraciones. La verdad es que al leerlo, cada renglón llama al siguiente y al final queda un sabor de boca muy bueno. Han pasado varios meses y el artículo sigue siendo leído; basta con poner Enric González en el Google y enseguida aparece el artículo, que se titula: Cuestión de principios. El autor se sirve del martini para explicar lo que quiere y con ello nos enteramos de las proporciones que preferían el mariscal Montgomery o Luis Buñuel, entre otros.
Hoy ha escrito otro artículo muy ingenioso, titulado Palabras, en el que valiéndose de las que son tabú para el gobierno y de un modo tan lógico como gracioso, ha llegado a la conclusión de que el gobierno, con su presidente a la cabeza, espera que llueva dinero. Esta presunción la corrobora la afirmación de Zapatero de que el pesimismo no crea puestos de trabajo. Según él, entonces, decir la verdad es ser pesimista, por tanto, hay que mentir. Si hay gente angustiada ante el horizonte que presume que se le avecina, lo que procede no es explicarle lo que el gobierno va a hacer para tratar de que las cosas no vayan a más, sino decirle que su angustia es ficticia, que no hay para tanto.
También abona esta hipótesis el derroche que supone la medida de los 400 euros, que tan cara nos va a salir y que de tan poco servirá, según todos los indicios. Medidas más lógicas que las de este gobierno parecen las que proponen Cristóbal Montoro en Cinco Días o Ramón Tamames en Estrella Digital y en Periodista Digital. Claro que ellos no están tocados por ese optimismo ciego, que lleva a evocar a Bambi.
Hoy ha escrito otro artículo muy ingenioso, titulado Palabras, en el que valiéndose de las que son tabú para el gobierno y de un modo tan lógico como gracioso, ha llegado a la conclusión de que el gobierno, con su presidente a la cabeza, espera que llueva dinero. Esta presunción la corrobora la afirmación de Zapatero de que el pesimismo no crea puestos de trabajo. Según él, entonces, decir la verdad es ser pesimista, por tanto, hay que mentir. Si hay gente angustiada ante el horizonte que presume que se le avecina, lo que procede no es explicarle lo que el gobierno va a hacer para tratar de que las cosas no vayan a más, sino decirle que su angustia es ficticia, que no hay para tanto.
También abona esta hipótesis el derroche que supone la medida de los 400 euros, que tan cara nos va a salir y que de tan poco servirá, según todos los indicios. Medidas más lógicas que las de este gobierno parecen las que proponen Cristóbal Montoro en Cinco Días o Ramón Tamames en Estrella Digital y en Periodista Digital. Claro que ellos no están tocados por ese optimismo ciego, que lleva a evocar a Bambi.
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'El gran libro de los insultos'
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