En un interesante artículo que publica hoy Las Provincias, Rubén Martínez Dalmau se extiende en juiciosas consideraciones acerca de la construcción de la Unión Europea y concluye recordando que el Banco Central Europeo es el único banco independiente del mundo y que el anuncio de Trichet de que cabía esperar una subida de los tipos de interés en un futuro próximo ha beneficiado a los bancos. El apunte es bueno y sirve para recordar la escasa convicción con se hace todo aquello que concierne a la Unión Europea. Se hace porque la historia empuja, ya que es la única solución para hacer frente a los tiempos que vienen. No se explica a los ciudadanos, para que hagan suyo el intento, para que comprendan la importancia del asunto. Se entiende que sea así, porque, en lugar de atender a las cosas importantes, el PSOE y el PP están pendientes de aventajarse un partido al otro en las encuestas; Sarkozy parecía que sólo se preocupaba por Carla Bruni y de pronto aparece con la “idea” de las 65 horas; etc. Y así sucesivamente.
Por su parte, Juan Manuel de Prada, en Abc, insiste en su conocida tesis de que la Unión Europea sólo se puede construir si se basa en la religión. Las ideas preconcebidas suponen siempre una rémora a la hora de discernir lo que conviene. Precisamente, habría que construir Europa a partir de unos ideales y con la intención de conservar, frente a aquellas potencias económicas que compiten con nosotros con ventaja, aquellos logros que tanto esfuerzo y tanta sangre nos han costado.. Dentro de esos ideales las religiones podrían desarrollarse perfectamente. Si la Unión Europea no avanza como debiera ni convence a los europeos no es porque se deje de lado la religión, es porque los dirigentes europeos no han visto las orejas al lobo todavía. Y eso que, como demuestra la ley de las 60 ó 65 horas, no está muy lejos.
Por su parte, Juan Manuel de Prada, en Abc, insiste en su conocida tesis de que la Unión Europea sólo se puede construir si se basa en la religión. Las ideas preconcebidas suponen siempre una rémora a la hora de discernir lo que conviene. Precisamente, habría que construir Europa a partir de unos ideales y con la intención de conservar, frente a aquellas potencias económicas que compiten con nosotros con ventaja, aquellos logros que tanto esfuerzo y tanta sangre nos han costado.. Dentro de esos ideales las religiones podrían desarrollarse perfectamente. Si la Unión Europea no avanza como debiera ni convence a los europeos no es porque se deje de lado la religión, es porque los dirigentes europeos no han visto las orejas al lobo todavía. Y eso que, como demuestra la ley de las 60 ó 65 horas, no está muy lejos.
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