El diario El País dio la noticia de la victoria de Gómez de Liaño en Estrasburgo un día más tarde que los demás. Quizá lo hizo acuciado por los otros medios, algunos de los cuales señalaban su silencio. Finalmente, dio la noticia, y aunque hubiera quedado mejor si lo hubiera hecho el día en que se produjo, tampoco hubiera quedado mal si todo hubiera quedado en eso. Sin embargo, hoy ha amanecido con un editorial al que ha dado el título de “Prevaricó; claro que sí”.
En ese editorial se hila muy fino con respecto a la sentencia del Tribunal de Estrasburgo, al decir que lo que ha sentenciado es que los jueces carecían de la “suficiente apariencia de imparcialidad”. Supongo yo que para que ese Tribunal pudiera decir que los jueces no habían sido imparciales, debería haber examinado el juicio en su totalidad. De modo que nos quedamos con que si a Gómez de Liaño le hubiera juzgado un tribunal imparcial la sentencia podría haber sido otra muy diferente.
Por otro lado, afirma el citado editorial que Gómez de Liaño había dictado siete resoluciones cuyo único objetivo era echar una mano al gobierno de Aznar en su acoso al grupo Prisa. Y si El País atribuye de un modo tan categórico esta intención al juez objeto de su ojeriza, tiene que reconocer que también se les podría atribuir alguna intención no demasiado correcta a los jueces, no imparciales, que le condenaron.
Parece risible por otra parte, que un editorial de un gran periódico se regodee con el hecho de que el juez demandante, que finalmente ganó la demanda, reclamase 300000 euros de multa y que ésta haya sido tan sólo de 5000. Este detalle no lo había leído yo en ningún otro medio y sí el de que la sentencia se había tomado por unanimidad.
Por otro lado, tampoco cabe olvidar las demás consecuencias de este caso. ¿Qué juez se va a atrever a investigar a Prisa, si hay motivos para ello? ¿Qué ocurrió con la anterior investigación?
En ese editorial se hila muy fino con respecto a la sentencia del Tribunal de Estrasburgo, al decir que lo que ha sentenciado es que los jueces carecían de la “suficiente apariencia de imparcialidad”. Supongo yo que para que ese Tribunal pudiera decir que los jueces no habían sido imparciales, debería haber examinado el juicio en su totalidad. De modo que nos quedamos con que si a Gómez de Liaño le hubiera juzgado un tribunal imparcial la sentencia podría haber sido otra muy diferente.
Por otro lado, afirma el citado editorial que Gómez de Liaño había dictado siete resoluciones cuyo único objetivo era echar una mano al gobierno de Aznar en su acoso al grupo Prisa. Y si El País atribuye de un modo tan categórico esta intención al juez objeto de su ojeriza, tiene que reconocer que también se les podría atribuir alguna intención no demasiado correcta a los jueces, no imparciales, que le condenaron.
Parece risible por otra parte, que un editorial de un gran periódico se regodee con el hecho de que el juez demandante, que finalmente ganó la demanda, reclamase 300000 euros de multa y que ésta haya sido tan sólo de 5000. Este detalle no lo había leído yo en ningún otro medio y sí el de que la sentencia se había tomado por unanimidad.
Por otro lado, tampoco cabe olvidar las demás consecuencias de este caso. ¿Qué juez se va a atrever a investigar a Prisa, si hay motivos para ello? ¿Qué ocurrió con la anterior investigación?
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