lunes, 28 de julio de 2008

Hacienda somos todos

O eso nos dicen. Pero si la frase obedeciera a la realidad nadie querría ser concejal de Urbanismo. Si Hacienda vigilara los aumentos de patrimonio de los políticos y exigiera la oportuna justificación en cada caso que se diera, esa concejalía dejaría de tener interés y sólo interesaría a personas con capacidad técnica y visión de futuro. Aunque también cabe apuntar que también los hay que han aprovechado su paso por esa concejalía para hacer amistad con todos los constructores que han podido y luego se han hecho constructores ellos también. Alguno ha sabido conseguir en esta tesitura las mejores esquinas de su ciudad.
Se sabe que Hacienda vigila a los pobres. Si alguno olvida poner los 80 ó 100 euros que cobró por un trabajo aislado, catorce o quince meses antes, recibirá la nota de Hacienda. A veces, Hacienda lleva a algún poderoso ante los tribunales y enseguida se nota que el esfuerzo que ha tenido que hacer en este caso es enorme. Y en este caso sí que Hacienda somos todos, puesto que la investigación la hemos pagado los contribuyentes, como también el juicio que viene a continuación, en el que, por lo regular, el poderoso sale absuelto. La justicia no goza de mucho crédito en España. Cuando el poderoso ha caído en desgracia, las pruebas que maneja la justicia pueden ser insoslayables, o eso parece. Hay investigaciones que no acaban nunca, otras que no se hacen y muchas las que prescriben.
Luis Fernando Cartagena está imputado en un caso relacionado con unas cesiones de crédito. Ni se conoce ni se investiga la procedencia del dinero invertido. Pero no termina ahí la cosa. Según se revela en una
entrevista que publica Cinco Días, 57000 pymes escapan al control fiscal. Las sociedades que facturan entre 1,8 y 6 millones quedan fuera del control de Hacienda, dado que los subinspectores vigilan a los que facturan menos de la cifra más baja y los inspectores a los que sobrepasan la mayor. Además, resulta que Hacienda sólo recauda una quinta parte de la deuda, que la Aduana es un coladero y que en el caso Liechtenstein se ha tardado cuatro meses en poner manos a la obra, dando tiempo con ello a que los implicados enmascaren su situación.

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