Don Santiago Carrillo ha publicado hoy, en El País, un artículo titulado Tras el debate sobre la crisis. Tras su lectura y como suele suceder con él, queda claro que no le perdona nada a la derecha. Y si esto es así es evidente que quisiera ver borrada del mapa a la derecha y, por tanto, su ideal se corresponde con una dictadura. No se entiende entonces que se queje de Franco.
Algunas verdades dice, como que gran parte de la culpa de la crisis la tiene la guerra de Irak. Es cierto también que Aznar no debió unirse a Bush, pero aunque no lo hubiera hecho, Estados Unidos hubiera llevado a cabo su acción. No está bien cargar a alguien con más culpa de la que tiene. También es cierto que la globalización tiene mucho que ver en la crisis, pero echar toda la culpa a unos pocos personajes tampoco es serio. La realidad es que el dinero no tiene patria ni bandera y se adapta a todas las circunstancias con prontitud, tratando de obtener siempre el mayor provecho. Por el contrario, abundan en el mundo los nacionalismos, los recelos, los egoísmos, los orgullos patrios, y todas estas cosas impiden que haya un organismo mundial con capacidad para poner orden en el concierto mundial.
Es cierto también que el gobierno de Aznar tiene su parte de culpa en la crisis de España, que es algo más preocupante que la sufren otros países. En los tiempos de Aznar ya se debieron tomar medidas para que el asunto del ladrillo no tomara tan grandes proporciones, pero fue durante el primer mandato de Zapatero cuando la cosa estuvo clara. No puede alegar este gobierno falta de información, puesto que Joaquín Almunia no cesaba de avisar de lo que podía ocurrir. Lo que ocurre es que Zapatero es un irresponsable. Y lo que no le quita la edad a Don Santiago Carrillo, como es la capacidad de razonar, se lo arrebata el rencor.
Algunas verdades dice, como que gran parte de la culpa de la crisis la tiene la guerra de Irak. Es cierto también que Aznar no debió unirse a Bush, pero aunque no lo hubiera hecho, Estados Unidos hubiera llevado a cabo su acción. No está bien cargar a alguien con más culpa de la que tiene. También es cierto que la globalización tiene mucho que ver en la crisis, pero echar toda la culpa a unos pocos personajes tampoco es serio. La realidad es que el dinero no tiene patria ni bandera y se adapta a todas las circunstancias con prontitud, tratando de obtener siempre el mayor provecho. Por el contrario, abundan en el mundo los nacionalismos, los recelos, los egoísmos, los orgullos patrios, y todas estas cosas impiden que haya un organismo mundial con capacidad para poner orden en el concierto mundial.
Es cierto también que el gobierno de Aznar tiene su parte de culpa en la crisis de España, que es algo más preocupante que la sufren otros países. En los tiempos de Aznar ya se debieron tomar medidas para que el asunto del ladrillo no tomara tan grandes proporciones, pero fue durante el primer mandato de Zapatero cuando la cosa estuvo clara. No puede alegar este gobierno falta de información, puesto que Joaquín Almunia no cesaba de avisar de lo que podía ocurrir. Lo que ocurre es que Zapatero es un irresponsable. Y lo que no le quita la edad a Don Santiago Carrillo, como es la capacidad de razonar, se lo arrebata el rencor.
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