sábado, 26 de julio de 2008

Repetir el caso de Miguel Ángel Blanco

Al enterarse Benjamín Atutxa, concejal socialista, al que la banda terrorista ETA había elegido para asesinarlo, dijo: "No lo entiendo, pensé que lo de Miguel Ángel iba a ser irrepetible, después del rechazo que provocó, del daño que les causó; no lo entiendo...". Sin embargo, lo más probable es que los etarras gozaran al máximo al ver la gran repercusión que alcanzó este asesinato. Durante el tiempo en que tuvieron a todos pendientes de ellos debieron sentirse en el más feliz de los estados. Sólo la inseguridad que debieron sentir a partir de ese momento, al haber más gente dispuesta a delatarles les habrá impulsado a no repetirlo. Tampoco conviene olvidar aquella frase tan cínica de Arzallus, cuando recordó que tras el asesinato sobrevino la gran ebullición, pero que la gente se olvidaría con el tiempo y las cosas volverían a ser lo que eran.
En un blog llamado
Psicópatas cotidianos se analiza este inquietante fenómeno, que es el de los psicópatas. El autor dice que aunque algunos estudios sitúen la frecuencia de los psicópatas entre el uno y el dos por cien de la población, él cree que el número es mayor. Son tres las cosas que preocupan a los psicópatas: el poder, el dinero y el sexo; como se ve, las tres inter relacionadas unas con otras. No les afectan las demás cuestiones. Carecen totalmente de empatía, pero son muy capaces de simular cualquier tipo de sentimiento, si creen que les resultará útil para manipular a alguien.
Dadas estas características, no resulta difícil convenir con el autor del blog en que la política es el lugar ideal para los psicópatas. Si entre los ciudadanos corrientes hay un porcentaje de psicópatas, entre los políticos el tanto por ciento ha de ser más elevado. Y de entre éstos, conviene fijarse en los que triunfan, puesto que los psicópatas carecen de escrúpulos, de vergüenza y de compasión y en cambio saben manipular y fingir. Si les sale algo mal, insisten de otro modo, sin sentir la más mínima vergüenza por el caso anterior.
Es decir, yo no sé si Arzallus, Ibarretxe, Egibar, Urkullu, son psicópatas, pero muchos de sus actos o afirmaciones inducen a pensar en la cuestión. También otros políticos, de otros lugares de España o del mundo, dan lugar a la misma presunción.

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