Muchos ríos de tinta han corrido ya acerca de la opípara cena del G-8, que se reunió precisamente para hablar del hambre en el mundo. El propio Zapatero ha criticado el menú, pero es que él no estuvo allí. Pasa hambre el Pueblo saharaui y Zapatero se desentiende. Lo cierto es que la foto de la cena es como una metáfora del desinterés del mundo opulento hacia el mundo hambriento. Ese mismo día, hubo miles de cenas tan copiosas como esa. Y cada día. Quienes la critican habiendo estado alguna vez en algún banquete espectacular son unos hipócritas.
Nueve niños murieron ahogados, cuando huían del hambre en una patera. Pero en el mismo Madrid en el que reside Zapatero, también hay hambre:
“Gracias al delito de esta estafadora, llevo ahora dos días sin comer y no creo que resista más de otros dos o tres días.”
El hambre en el mundo surge del egoísmo de las gentes. Si cada uno de los ciudadanos fuera un poco menos egoísta, disminuiría el hambre en el mundo, pero esto es un empeño imposible, puesto que casi nadie reconoce su egoísmo. Sólo queda una opción, que consiste en que en todo el mundo rijan las mismas reglas de juego. Esto únicamente podría ocurrir si hubiera un único gobierno en el mundo, democrático, por supuesto. Si ese gobierno fuera dictatorial, la humanidad se habría suicidado. No distaría mucho del que se describe en la novela “1984”. Por supuesto que hay actitudes que proyectándolas se ve que llevan a ese mundo. Suelen ser las que más ruido arman y las que menos en cuenta tienen los intereses de las personas. Son aquellos a los que les gusta imponer sus postulados a los demás. Pero hay multitudes calladas que realmente desean un mundo mejor.
Es necesario tener fe en la humanidad, porque sin ella la vida carece de sentido. Esta fe en la humanidad es la que nos indica que el gobierno mundial será democrático y que cuando llegue ese momento todos los ciudadanos del mundo tendrán los mismos derechos y los mismos deberes.
Nueve niños murieron ahogados, cuando huían del hambre en una patera. Pero en el mismo Madrid en el que reside Zapatero, también hay hambre:
“Gracias al delito de esta estafadora, llevo ahora dos días sin comer y no creo que resista más de otros dos o tres días.”
El hambre en el mundo surge del egoísmo de las gentes. Si cada uno de los ciudadanos fuera un poco menos egoísta, disminuiría el hambre en el mundo, pero esto es un empeño imposible, puesto que casi nadie reconoce su egoísmo. Sólo queda una opción, que consiste en que en todo el mundo rijan las mismas reglas de juego. Esto únicamente podría ocurrir si hubiera un único gobierno en el mundo, democrático, por supuesto. Si ese gobierno fuera dictatorial, la humanidad se habría suicidado. No distaría mucho del que se describe en la novela “1984”. Por supuesto que hay actitudes que proyectándolas se ve que llevan a ese mundo. Suelen ser las que más ruido arman y las que menos en cuenta tienen los intereses de las personas. Son aquellos a los que les gusta imponer sus postulados a los demás. Pero hay multitudes calladas que realmente desean un mundo mejor.
Es necesario tener fe en la humanidad, porque sin ella la vida carece de sentido. Esta fe en la humanidad es la que nos indica que el gobierno mundial será democrático y que cuando llegue ese momento todos los ciudadanos del mundo tendrán los mismos derechos y los mismos deberes.
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