jueves, 31 de julio de 2008

Miguel Sebastián

En los partidos políticos españoles, quizá en los extranjeros también, se exige la obediencia absoluta. De ahí que los políticos estén más pendientes de agradar a sus líderes que de cumplir las expectativas de los ciudadanos. De ahí también que sean ellos los que decidan qué es lo que conviene a sus administrados, a los que luego bombardean con consignas y mensajes publicitarios, tratando de convencerles de que eso era lo que habían pedido.
Tampoco cabe dejar de lado el hecho de que la política es uno de los pocos lugares naturales de los psicópatas. Solemos pensar que un psicópata es alguien al que vemos en algunas películas y no es así. Los psicópatas están junto a nosotros, posiblemente decidiendo sobre nuestras vidas o mediatizándolas. Si hacemos caso a algunos psicólogos, su número es superior al de las estimaciones oficiales. Puesto que desean tener el control sobre los demás, quizá el hecho de que haya tanta disciplina en los partidos tenga que ver con ellos.
Esta disciplina es la que hace, por ejemplo, que Rambla tenga un lugar en el gobierno valenciano. Sólo su absoluta sumisión a su líder lo explica. Probablemente, no hay nadie que crea nada de lo que dice y cuando sonríe espanta al mundo.
Por el mismo motivo debe de estar en el gobierno Miguel Sebastián, cuyo historial pone los cabellos de punta. Baste recordar aquel episodio en que mostró cierta foto a Gallardón, con la que demostró tan poca clase y tanta falta de escrúpulos. Luego tuvo la idea de los 400 euros, que lanzó sin consultarla previamente con Solbes, y que tantas burlas de los economistas ha merecido. Su falta de elegancia volvió a ponerse de manifiesto cuando despreció la corbata que le quería regalar Bono. Y ahora ha salido con una serie de recomendaciones energéticas cuya finalidad no puede ser otra que satisfacer su deseo de salir en la televisión.
Haríamos muy bien los ciudadanos en olvidarnos de las consignas y de los mensajes publicitarios con que nos adormecen los políticos y fomentar nuestro espíritu crítico.

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