Creo que fue Segundo Bru el primero que trató a sus rivales, en el Parlamento valenciano, de vultúridos. Fue en aquellos tiempos en los que él y su esposa, Clementina Ródenas, formaban parte de aquel grupo de socialistas al que el gris Joan Lerma envidiaba tanto. También fue por esa época cuando la citada Clementina Ródenas dijo que los de derechas se reproducen por partenogénesis espontánea, con lo cual creo que no estaría muy de acuerdo Julio Iglesias, que es de derechas. Digamos que el matrimonio Bru- Ródenas es, o era, más pedante que ingenioso, sin negar esto último tampoco. Menos imaginación demostró otro diputado, en las mismas Cortes Valencianas, cuando le espetó a su interlocutor:
- O su señoría retira lo que ha dicho o me cago en la madre que lo parió.
Lo cierto es que al igual que Javier Marías puso de moda la palabra pecio, que hace poco no conocía casi nadie y ahora todo el mundo la usa, aunque no venga cuento, Segundo Bru, hizo lo propio con vultúridos y ahora hasta los diputados del PP la dedican a sus oponentes.
Lo que, al parecer, no saben sus señorías, a fuerza de no hacer más que pulsar el botón que les mandan y atender a todas las consignas de los líderes de sus partidos, es que el español es un idioma rico en insultos. Pancracio Celdrán Gomariz los ha recopilado todos, en el libro titulado El gran libro de los insultos, para lo cual ha necesitado más de mil páginas. Es decir, los políticos podrían dedicar unos minutos cada día a estudiar los insultos, con lo que evitarían copiarse unos a otros y, por otra parte, podrían sorprender a sus contrarios. Ni que decir tiene que todo sería más divertido. El propio Pancracio Celdrán, en esta entrevista, explica que conviene saber lo que significa cada insulto y así a quien sólo sea un chorizo, no le carguen con la responsabilidad adicional de ser un cerdo. Ya no pueden decir que es por falta de herramientas por lo que se muestran tan parcos en el lenguaje.
- O su señoría retira lo que ha dicho o me cago en la madre que lo parió.
Lo cierto es que al igual que Javier Marías puso de moda la palabra pecio, que hace poco no conocía casi nadie y ahora todo el mundo la usa, aunque no venga cuento, Segundo Bru, hizo lo propio con vultúridos y ahora hasta los diputados del PP la dedican a sus oponentes.
Lo que, al parecer, no saben sus señorías, a fuerza de no hacer más que pulsar el botón que les mandan y atender a todas las consignas de los líderes de sus partidos, es que el español es un idioma rico en insultos. Pancracio Celdrán Gomariz los ha recopilado todos, en el libro titulado El gran libro de los insultos, para lo cual ha necesitado más de mil páginas. Es decir, los políticos podrían dedicar unos minutos cada día a estudiar los insultos, con lo que evitarían copiarse unos a otros y, por otra parte, podrían sorprender a sus contrarios. Ni que decir tiene que todo sería más divertido. El propio Pancracio Celdrán, en esta entrevista, explica que conviene saber lo que significa cada insulto y así a quien sólo sea un chorizo, no le carguen con la responsabilidad adicional de ser un cerdo. Ya no pueden decir que es por falta de herramientas por lo que se muestran tan parcos en el lenguaje.
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