miércoles, 23 de julio de 2008

El Solitario, descerebrado

Dice el conocido con el sobrenombre de El Solitario, en el juicio en el que está acusado de varios asesinatos y de una gran cantidad de atracos, que es un expropiador de Bancos. La primera tentación al leer esto es la de compadecer al juez, que se ve obligado a escuchar tonterías de este calibre, porque es parte de su trabajo. Lo que ocurre es que a continuación pensamos que cosas parecidas las hemos de soportar todos, y de ahí aquella célebre pintada: “Nos mean y hemos de decir que llueve”. (Marina Albiol: todas las pintadas son gamberras, lo que ocurre es que a los genios se les perdona).
Cuando se celebra un juicio por robo, no sólo se juzga un ladrón, sino el acto de robar. La sociedad deja patente con ello que es un acto reprobable. Lo que ocurre es que en nuestro mundo se venera a quien tiene dinero, sea cual sea el modo en que lo haya conseguido. Un alto cargo eclesiástico que guste de hablar de la dignidad humana puede fotografiarse sonriente con un poderoso que la pisotea.
En tiempos pasados, un alto ejecutivo valenciano solía decir que cuando a uno le pilla el guardia, pasa a ser un delincuente; pero que mientras no ocurre es un señor. A él le pilló el guardia, pero no lo encarcelaron, sino que simplemente lo destituyeron, de modo que como tenía dinero siguió siendo un señor.
El Solitario se cree muy listo, cuando trata de explotar en su beneficio la animadversión popular hacia los Bancos. En estos establecimientos es en donde con más claridad se nota eso de “tanto tienes, tanto vales”. Pero ocurre que los Bancos son necesarios para el funcionamiento del sistema, lo mismo que los supermercados o los Juzgados. Y que puesto que hay tantos ladrones, la gente no puede tener el dinero en sus casas, lo ha de guardar en el Banco, pagando lo que sea. Y que por mor de los atracadores, los Bancos han de dotarse de grandes medidas de seguridad. Alguien tiene que pagar la factura. El Solitario ha escogido un mal camino para su defensa.

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