jueves, 25 de diciembre de 2008

El discurso del Rey

Habla el Rey en su discurso de que todos hemos de tirar del carro en la misma dirección, con el fin de volver tan pronto como sea posible a la senda del crecimiento económico. Previamente había dicho que hay que anteponer el interés general al particular. Quizá fuera conveniente poner algún ejemplo concreto. Éste podría ser el de quienes hayan decidido conservar las acciones que tenían. Si todos hubieran optado por venderlas, ya no habría crisis, porque no habría nada. Gracias a que muchos han decidido no vender las empresas pueden seguir funcionando.
Otro modo de tirar del carro sería el de que quienes tienen algún dinero que no van a necesitar a corto o medio plazo decidieran invertirlo, puesto que ahora hay muchas oportunidades, que incluso pueden considerarse gangas. Sin embargo, la bolsa es uno de los lugares en los que más abunda el egoísmo. Incluso muchos de los expertos en bolsa recomiendan esperar tiempos mejores para invertir.
También se refiere el Rey en su discurso a la solidaridad y dice que le preocupan las numerosas personas que han perdido su empleo. También conviene concretar en este punto, para hacer hincapié en que es más fácil encontrar la solidaridad entre las capas inferiores de la sociedad, en las que se encuentra la mayor parte de las personas que han perdido su empleo, y que en las más elevadas hay mucho más egoísmo, motivo al que deben muchos la privilegiada situación que han logrado.
No ha faltado, ni debía faltar, la referencia al terrorismo, y no viene mal recordar que en este caso es en el que la solidaridad es más difícil, puesto que el propio Odón Elorza, como era de esperar, se niega a quitarle la calle a un etarra. Probablemente calcula que si lo hace puede perder las próximas elecciones, dada la gran cantidad de simpatizantes que tiene ETA en San Sebastián.
No es tiempo para el desánimo, afirma, pero sí, a la vista del paisanaje que tenemos por los alrededores y, sobre todo, de quienes se ocupan de nuestros asuntos, por lo menos el Rey tendrá que concedernos el derecho a estar preocupados.

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