Hace unas fechas, en La zona fantasma, Javier Marías dijo que por primera vez en su vida, o casi, estuvo navegando por internet. Lo que ocurre es que tal y como lo cuenta supo ir al grano, lo que da que pensar en que probablemente su navegación fue guiada. Puesto que su veredicto final es negativo, el título del artículo –Una región ocultamente furibunda- ya lo anuncia, quizá no esté de más hacer algunas consideraciones.
Podría haberse esperado en un principio que la gente aprovechase las posibilidades que ofrece el anonimato para comportarse de modo similar al de los héroes que aplaude en el cine. El anonimato permite hacerlo sin riesgo, pues no obliga a llegar hasta el final. No obstante, lo que se ve en internet es lo mismo que hay en la vida real. Nada nuevo entonces.
Javier Marías es un hombre con una inteligencia muy aguda, que además ha disfrutado de unos padres muy estimulantes, una casa repleta de libros y una posición social relevante. Todo lo cual garantiza el estar, pero no el ser. La diferencia entre ser y estar no es baladí. Julián Marías, y estas son buenas fechas para recordarlo, explicó que “el rencor contra la excelencia” es odio contra lo real, contra lo que “es”.
Para ser no es necesario tener una gran inteligencia, ni unos vastos conocimientos, sino que basta con quererlo y poner el empeño en lograrlo. Puesto que los Marías son tan aficionados al cine, y ambos han escrito páginas memorables sobre él, yo pondría como ejemplo de alguien que es, aunque sea un personaje de ficción, a Holly Golightly, la protagonista de Desayuno con diamantes.
Quien no “es”, no lo es en ningún sitio, ni en la vida real, en la que su ambición se reduce a querer estar, ni en internet, en donde no tiene reparos en insultar valiéndose del anonimato, ni en verter cizaña, o en cualquiera de los múltiples modos de hacer maldades que existen.
Pero debería saber Javier Marías que hay mucha gente que sabe aprovechar las posibilidades que ofrece internet.
Podría haberse esperado en un principio que la gente aprovechase las posibilidades que ofrece el anonimato para comportarse de modo similar al de los héroes que aplaude en el cine. El anonimato permite hacerlo sin riesgo, pues no obliga a llegar hasta el final. No obstante, lo que se ve en internet es lo mismo que hay en la vida real. Nada nuevo entonces.
Javier Marías es un hombre con una inteligencia muy aguda, que además ha disfrutado de unos padres muy estimulantes, una casa repleta de libros y una posición social relevante. Todo lo cual garantiza el estar, pero no el ser. La diferencia entre ser y estar no es baladí. Julián Marías, y estas son buenas fechas para recordarlo, explicó que “el rencor contra la excelencia” es odio contra lo real, contra lo que “es”.
Para ser no es necesario tener una gran inteligencia, ni unos vastos conocimientos, sino que basta con quererlo y poner el empeño en lograrlo. Puesto que los Marías son tan aficionados al cine, y ambos han escrito páginas memorables sobre él, yo pondría como ejemplo de alguien que es, aunque sea un personaje de ficción, a Holly Golightly, la protagonista de Desayuno con diamantes.
Quien no “es”, no lo es en ningún sitio, ni en la vida real, en la que su ambición se reduce a querer estar, ni en internet, en donde no tiene reparos en insultar valiéndose del anonimato, ni en verter cizaña, o en cualquiera de los múltiples modos de hacer maldades que existen.
Pero debería saber Javier Marías que hay mucha gente que sabe aprovechar las posibilidades que ofrece internet.
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