He comentado alguna vez el caso de Gabino, aquel pastor creo que extremeño al que le tocó el primer premio multimillonario de las quinielas. Hace un montón de tiempo de aquello. Creo que le correspondieron 30 millones de pesetas. Como es fácil imaginar, enseguida tuvo que enfrentarse a un cúmulo de propuestas para invertir ese dinero. Hay que imaginar la situación. Un hombre acostumbrado a tener a su ganado como única compañía durante la mayor parte del tiempo, de pronto tuvo que atender a innumerables directores de banco, asesores financieros, industriales, etc., todos proponiéndole negocios geniales, rentabilidades extraordinarias.
La noticia que dio la prensa, semanas o meses después, es que Gabino había optado por invertir su dinero en fincas agrícolas. Y ahora corresponde analizar su decisión. Si hubiera puesto el dinero a plazo fijo, lo más probable es que ahora siguiera teniendo treinta millones de pesetas 0, mejor dicho, ciento ochenta mil euros. En el caso de que hubiera reinvertido todos los intereses, tendría los treinta millones de pesetas actualizados al día de hoy.
Es evidente que Gabino supo comprender que para ganar dinero hay que arriesgar. Por ello lo invirtió. La segunda lección es que invirtió su dinero en algo que él conocía. Quizá haya quien piense que el precio de las fincas agrícolas ha bajado bastante. De todos modos, su inversión sigue siendo la más sensata. Y lo más probable es que incluso contando con la depreciación los campos que compró ahora valgan bastante más de lo que pagó por ellos. Sin contar con el producto de la tierra, o sea, con las cosechas que haya logrado.
Es decir, personas como Gabino no hubieran caído en la trampa Madoff. Esperemos que al gobierno no le dé por compensar a quienes hayan perdido en ese juego. También conviene señalar que con unos cuantos ministros como Gabino difícilmente se hubiera producido la burbuja inmobiliaria y tampoco son imaginables otras catástrofes que han ocurrido si los ministerios concernientes hubieran estado dirigidos por personas tan sensatas como él.
La noticia que dio la prensa, semanas o meses después, es que Gabino había optado por invertir su dinero en fincas agrícolas. Y ahora corresponde analizar su decisión. Si hubiera puesto el dinero a plazo fijo, lo más probable es que ahora siguiera teniendo treinta millones de pesetas 0, mejor dicho, ciento ochenta mil euros. En el caso de que hubiera reinvertido todos los intereses, tendría los treinta millones de pesetas actualizados al día de hoy.
Es evidente que Gabino supo comprender que para ganar dinero hay que arriesgar. Por ello lo invirtió. La segunda lección es que invirtió su dinero en algo que él conocía. Quizá haya quien piense que el precio de las fincas agrícolas ha bajado bastante. De todos modos, su inversión sigue siendo la más sensata. Y lo más probable es que incluso contando con la depreciación los campos que compró ahora valgan bastante más de lo que pagó por ellos. Sin contar con el producto de la tierra, o sea, con las cosechas que haya logrado.
Es decir, personas como Gabino no hubieran caído en la trampa Madoff. Esperemos que al gobierno no le dé por compensar a quienes hayan perdido en ese juego. También conviene señalar que con unos cuantos ministros como Gabino difícilmente se hubiera producido la burbuja inmobiliaria y tampoco son imaginables otras catástrofes que han ocurrido si los ministerios concernientes hubieran estado dirigidos por personas tan sensatas como él.
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