viernes, 12 de diciembre de 2008

El suicidio de Craig Ewert

Vaya por delante que no vi el suicidio ni entra en mis planes hacerlo. No es un espectáculo, por llamarlo de algún modo, que me atraiga. También conviene decir pronto que ya dije, cuando el suicidio de Ramón Sampedro, que no me parece mal que se ayude, o se permita ayudar, en este menester a quien no pueda hacerlo por sí mismo. Cuando alguien se quiere suicidar no hay modo de impedirlo, salvo en ciertos casos. Por tanto, para que no estén en inferioridad de condiciones quienes necesitan ayuda para todo, también la deben recibir para suicidarse, si la piden.
Una vez dicho todo lo anterior, supongo que queda opción para hablar sobre esa coletilla que se usa tanto en estos casos y que se refiere a la dignidad. No parece muy apropiado hablar de muerte digna. ¿O es que la muerte de Cristo no fue digna? Craig simplemente quería morir y lo ha conseguido. También se habla de vida digna y se supone que en este caso se refiere a la quinta acepción del DRAE, o sea, de calidad aceptable. Lo que ocurre es que mientras unos saben encontrar motivos para vivir en cualquier situación, y encuentran la belleza por todas partes, otros se abruman con facilidad. Lo que se entiende por calidad de vida es tan variado como el número de personas.
Si se refiere a la tercera acepción del RAE, la dignidad no tiene nada que ver con las condiciones materiales de vida. ¿O es que los niños famélicos del tercer mundo no tienen dignidad? La vida es una aventura individual, que cada uno vive a su modo, y quienes, a pesar de todas la dificultades que puedan sufrir, deciden continuar viviendo lanzan con ello un mensaje de esperanza a los demás. No soy partidario, como se ve, del suicidio ni de la eutanasia, aunque tampoco creo que se deba alargar artificialmente la vida de nadie.

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