Hay una página, http://www.literato.es/autor/winston_churchill/, en la que figuran algunos pensamientos de Winston Churchill. Aunque todos son interesantes, me he permitido seleccionar algunos:
-Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema.
-Una buena conversación debe agotar el tema, no a los interlocutores.
-La cometa se eleva más alto en contra del viento, no a su favor.
-La falla de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes.
-El mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio.
-Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar.
-Las actitudes son más importantes que las aptitudes.
Y de entre estos me atrevo a comentar el que dice que la falla de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes. No sé si es necesario hacer la salvedad de que esa falla es de todas las épocas y que también afecta a las mujeres, aunque no sé si en igual medida.
Lo cierto es que si la gente, en general, procurase más ser útil que ser importante, ahora no padeceríamos la terrible crisis que tanto daño está haciendo. Ni habría tanta hambre en el mundo, ni nos enfrentaríamos a los problemas que quedaran con tanto pesimismo.
Sé de quién a pesar de vivir en precario durante toda su vida, ha ayudado a todas las personas que ha podido, ha salvado vidas, y todo ello sin exigir contrapartida alguna y de forma totalmente altruista.
Y también tengo noticia de otros que construyen verdaderos edificios teóricos en torno a la bondad, a la razón o a la justicia, e incluso se ponen a rezar el rosario en público, y en privado se comportan de modo artero, como verdaderos psicópatas cotidianos. Los hay que no dudan en apuñalar por la espalda, si les conviene; en urdir conjuras o sumarse a ellas. Con tal de llegar a ser importantes son capaces de lo que sea y una vez que se han doctorado en las malas artes, las emplean luego por cualquier motivo.
Tuvo que ser una niña, Leticia Bergé, la que en “Dame tu llave”, escribiera estos versos: ‘Yo no quiero/ vestirme de importante, / perder el brillo de los ojos/ que delata la llama del tiempo sin pasado/’, que vienen tan a propósito.
-Un fanático es alguien que no puede cambiar de opinión y no quiere cambiar de tema.
-Una buena conversación debe agotar el tema, no a los interlocutores.
-La cometa se eleva más alto en contra del viento, no a su favor.
-La falla de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes.
-El mejor argumento en contra de la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio.
-Valor es lo que se necesita para levantarse y hablar; pero también es lo que se requiere para sentarse y escuchar.
-Las actitudes son más importantes que las aptitudes.
Y de entre estos me atrevo a comentar el que dice que la falla de nuestra época consiste en que sus hombres no quieren ser útiles sino importantes. No sé si es necesario hacer la salvedad de que esa falla es de todas las épocas y que también afecta a las mujeres, aunque no sé si en igual medida.
Lo cierto es que si la gente, en general, procurase más ser útil que ser importante, ahora no padeceríamos la terrible crisis que tanto daño está haciendo. Ni habría tanta hambre en el mundo, ni nos enfrentaríamos a los problemas que quedaran con tanto pesimismo.
Sé de quién a pesar de vivir en precario durante toda su vida, ha ayudado a todas las personas que ha podido, ha salvado vidas, y todo ello sin exigir contrapartida alguna y de forma totalmente altruista.
Y también tengo noticia de otros que construyen verdaderos edificios teóricos en torno a la bondad, a la razón o a la justicia, e incluso se ponen a rezar el rosario en público, y en privado se comportan de modo artero, como verdaderos psicópatas cotidianos. Los hay que no dudan en apuñalar por la espalda, si les conviene; en urdir conjuras o sumarse a ellas. Con tal de llegar a ser importantes son capaces de lo que sea y una vez que se han doctorado en las malas artes, las emplean luego por cualquier motivo.
Tuvo que ser una niña, Leticia Bergé, la que en “Dame tu llave”, escribiera estos versos: ‘Yo no quiero/ vestirme de importante, / perder el brillo de los ojos/ que delata la llama del tiempo sin pasado/’, que vienen tan a propósito.
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