Debe de estar bailando con un solo pie, de puro contento, Rosa Díez, dado que, condenado UPyD al ostracismo desde su creación, por los grandes partidos y sus medios afines, ella y sus correligionarios se veían obligados a recurrir a la imaginación y la osadía para no hubiera más remedio que citarlos, y sin embargo últimamente recibe ataques desde muy diversos sectores, lo que, visto desde el prisma publicitario, viene a resultar, para ella y su partido, como agua de mayo.
Federico Quevedo, en El Confidencial, le dedica nada menos que dos artículos, en un intento, a todas luces vano, de desmontarla. Comienza dirigiéndose a alguien al que llama “Don” Nuño, pero luego le da órdenes, que seguramente habrán sido cumplidas. En el segundo de los artículos hay mucho texto de relleno, se conoce que hay un mínimo de palabras. Pero ese texto que, presumiblemente, es de relleno no escapa al tono admonitorio y solemne del resto del artículo, que también es el del anterior. A estas alturas todavía hay quien piensa que con el tono grave y circunspecto se gana crédito y a continuación se pone a escribir tonterías.
Sorprende que refiriéndose a los partidos políticos el articulista hable de principios morales y de convicciones. En España, con las listas cerradas, los políticos no dependen de los electores, sino de los aparatos de los partidos. En estas condiciones, hablar de principios resulta un tanto atrevido. Por otro lado, lo que nos muestra la realidad cotidiana es que en el interior de los partidos se libran batallas sin cuartel, que permiten adivinar a qué precio deben cotizarse los lugares en las listas.
Los citados artículos contienen además afirmaciones que deberían hacer enrojecer, como esa de que Rosa Díez no arranca votos del constitucionalismo porque se le recuerda no sé qué. ¿Y por qué los arranca Patxi López? El buen hombre saca conclusiones no sé si apresuradas o intencionadas, que ni explica ni puede explicar y hace juicios de valor sobre Rosa Díez, lo que está muy mal después de haberse referido con tanta ampulosidad a los principios morales.
Federico Quevedo, en El Confidencial, le dedica nada menos que dos artículos, en un intento, a todas luces vano, de desmontarla. Comienza dirigiéndose a alguien al que llama “Don” Nuño, pero luego le da órdenes, que seguramente habrán sido cumplidas. En el segundo de los artículos hay mucho texto de relleno, se conoce que hay un mínimo de palabras. Pero ese texto que, presumiblemente, es de relleno no escapa al tono admonitorio y solemne del resto del artículo, que también es el del anterior. A estas alturas todavía hay quien piensa que con el tono grave y circunspecto se gana crédito y a continuación se pone a escribir tonterías.
Sorprende que refiriéndose a los partidos políticos el articulista hable de principios morales y de convicciones. En España, con las listas cerradas, los políticos no dependen de los electores, sino de los aparatos de los partidos. En estas condiciones, hablar de principios resulta un tanto atrevido. Por otro lado, lo que nos muestra la realidad cotidiana es que en el interior de los partidos se libran batallas sin cuartel, que permiten adivinar a qué precio deben cotizarse los lugares en las listas.
Los citados artículos contienen además afirmaciones que deberían hacer enrojecer, como esa de que Rosa Díez no arranca votos del constitucionalismo porque se le recuerda no sé qué. ¿Y por qué los arranca Patxi López? El buen hombre saca conclusiones no sé si apresuradas o intencionadas, que ni explica ni puede explicar y hace juicios de valor sobre Rosa Díez, lo que está muy mal después de haberse referido con tanta ampulosidad a los principios morales.
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