Ha dicho alguien que yo trato de deslegalizar la existencia de Israel. Se equivoca, evidentemente. Lo único que trato de hacer ver es que en las actuales circunstancias el conflicto no tiene salida. Sólo la ONU, y no de forma mágica, sino después de un largo trabajo de años, puede solucionar el problema.
Tampoco tiene solución el terrorismo de Al Qaeda. De momento, esta diabólica organización ha logrado que se restrinjan las libertades, que el mundo viva permanentemente con el miedo en el cuerpo.
La refundación de la ONU parece algo sumamente complicado. Si se priva del voto a los países no democráticos, se saldrán de ella China y quizá Rusia. Habrá que encontrar alguna fórmula que permita que la ONU sea más justa que en la actualidad y que siente las bases que progrese en este sentido.
En estos momentos no puede resolver el conflicto del Sáhara, no porque no sepa quién tiene razón, sino porque ni Estados Unidos, Francia o España desean incomodar a Marruecos. Los débiles no tienen ningún motivo para confiar en la ONU.
Si quienes se sienten pisoteados no tienen ninguna posibilidad para defender sus derechos, pueden ser manipulados y utilizados con el fin de subvertir el orden mundial. Ya hemos podido comprobar que hay mentes diabólicas, cuyo objetivo no es otro que el de sembrar el mal, que saben hacer crecer el odio y el resentimiento.
El hecho de que haya una potencia que ejerce como guardián del orden mundial no puede tenerse como una situación ideal. Y puede darse el caso de que Estados Unidos deje de ser esa potencia y pase a ser China la que asuma el papel.
Los retos que tiene planteados el mundo hoy en día hacen que la mejora progresiva de la ONU se haya convertido en una tarea urgente e inaplazable. Es la mejor vía para evitar que a las organizaciones terroristas les resulte tan fácil reclutar voluntarios. Si la gente sabe que hay un organismo que intenta obrar justamente y a veces lo consigue será más reacia a jugarse la vida. Por supuesto que el camino es largo, difícil y complicado, pero al mismo tiempo es la única opción.
Tampoco tiene solución el terrorismo de Al Qaeda. De momento, esta diabólica organización ha logrado que se restrinjan las libertades, que el mundo viva permanentemente con el miedo en el cuerpo.
La refundación de la ONU parece algo sumamente complicado. Si se priva del voto a los países no democráticos, se saldrán de ella China y quizá Rusia. Habrá que encontrar alguna fórmula que permita que la ONU sea más justa que en la actualidad y que siente las bases que progrese en este sentido.
En estos momentos no puede resolver el conflicto del Sáhara, no porque no sepa quién tiene razón, sino porque ni Estados Unidos, Francia o España desean incomodar a Marruecos. Los débiles no tienen ningún motivo para confiar en la ONU.
Si quienes se sienten pisoteados no tienen ninguna posibilidad para defender sus derechos, pueden ser manipulados y utilizados con el fin de subvertir el orden mundial. Ya hemos podido comprobar que hay mentes diabólicas, cuyo objetivo no es otro que el de sembrar el mal, que saben hacer crecer el odio y el resentimiento.
El hecho de que haya una potencia que ejerce como guardián del orden mundial no puede tenerse como una situación ideal. Y puede darse el caso de que Estados Unidos deje de ser esa potencia y pase a ser China la que asuma el papel.
Los retos que tiene planteados el mundo hoy en día hacen que la mejora progresiva de la ONU se haya convertido en una tarea urgente e inaplazable. Es la mejor vía para evitar que a las organizaciones terroristas les resulte tan fácil reclutar voluntarios. Si la gente sabe que hay un organismo que intenta obrar justamente y a veces lo consigue será más reacia a jugarse la vida. Por supuesto que el camino es largo, difícil y complicado, pero al mismo tiempo es la única opción.
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