Lo ocurrido en el Palau de la Música de Valencia, con motivo de la investidura de Aznar como Doctor Honoris Causa por la Universidad Cardenal Herrera, no tiene nada que ver con lo que aconteció en la toma de posesión de Obama. Se conoce que en algunos sitios las formas tienen alguna importancia, al contrario de lo que sucede en otros. En su discurso, Zaplana dijo lo siguiente: "la verdad es que siempre se pueden hacer las cosas mejor, pero será difícil firmar un balance como el que se hizo durante esos años".
Dejando aparte que ése no era el momento más adecuado, ni tampoco el lugar, cabe fijarse en los escasos sentimientos de culpa que alberga nuestra clase política en general, porque todavía no se ha visto que algún político español se arrepienta de algo de lo que ha hecho, y no faltan barbaridades que merezcan arrepentimiento.
En tiempo de Zaplana se partió por la mitad la familia propietaria del diario Las Provincias. Cuando ocurrió, Jesús Sánchez Carrascosa, estrecho colaborador de Zaplana, estaba casado con María Consuelo Reyna, que era la directora del periódico. Fue Zaplana quien ideó la Academia Valenciana de la Lengua, que un derroche de dinero, muy doloroso en estos tiempos de crisis, y que puede considerarse una traición al pueblo valenciano, pues es lo contrario de lo que se comprometió a hacer. El encargado de cumplir las órdenes de Zaplana fue Camps. Pero el odio entre ambos no surgió de esta cuestión, en la concuerdan plenamente.
Finalmente, y para dar idea del personaje, hay que recordar el crédito blandísimo que logró en la Caja de Ahorros del Mediterráneo. Un político en ejercicio no debería admitir un crédito en mejores condiciones que los pensionistas o los parados. Esto debería ser capaz de comprenderlo Zaplana.
Pero los desaires entre Camps y Zaplana no son unilaterales, sino recíprocos. En donde las dan las toman y ninguno de los se recata, señal inequívoca de su escaso respeto por los ciudadanos.
Dejando aparte que ése no era el momento más adecuado, ni tampoco el lugar, cabe fijarse en los escasos sentimientos de culpa que alberga nuestra clase política en general, porque todavía no se ha visto que algún político español se arrepienta de algo de lo que ha hecho, y no faltan barbaridades que merezcan arrepentimiento.
En tiempo de Zaplana se partió por la mitad la familia propietaria del diario Las Provincias. Cuando ocurrió, Jesús Sánchez Carrascosa, estrecho colaborador de Zaplana, estaba casado con María Consuelo Reyna, que era la directora del periódico. Fue Zaplana quien ideó la Academia Valenciana de la Lengua, que un derroche de dinero, muy doloroso en estos tiempos de crisis, y que puede considerarse una traición al pueblo valenciano, pues es lo contrario de lo que se comprometió a hacer. El encargado de cumplir las órdenes de Zaplana fue Camps. Pero el odio entre ambos no surgió de esta cuestión, en la concuerdan plenamente.
Finalmente, y para dar idea del personaje, hay que recordar el crédito blandísimo que logró en la Caja de Ahorros del Mediterráneo. Un político en ejercicio no debería admitir un crédito en mejores condiciones que los pensionistas o los parados. Esto debería ser capaz de comprenderlo Zaplana.
Pero los desaires entre Camps y Zaplana no son unilaterales, sino recíprocos. En donde las dan las toman y ninguno de los se recata, señal inequívoca de su escaso respeto por los ciudadanos.
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