Escribió Félix de Azúa, en 2004, un artículo, muy trabado como suele, sobre los Reyes Magos, en el que también hablaba de Dios y de la Nación. Sobre esta última no hay más que fijarse en quienes son los más acérrimos nacionalistas, Arzallus, Ibarretxe, Tardà, Carod, etc., para hacerse una idea.
Sobre Dios ya he contado que he tratado a mucha gente que no se lo quita de la boca, pero que mi impresión es que no tienen tanta fe como dicen. En realidad, creo que no conocido a nadie que tenga fe. Lo que pienso es que si esos personajes que he tratado, algunos de ellos altos cargos de la iglesia o del Estado, con calles dedicadas, se hubieran enfrentado a Sócrates, no hubieran durado ni diez preguntas.
Con respecto a lo que dice acerca de los Reyes Magos creo que la cuestión es otra. Durante 364 días del año, los niños reciben los obsequios de sus padres. Pensar que sólo reciben regalos una vez al año es ilusorio. En los tiempos actuales es frecuente regalar juguetes a los niños con relativa frecuencia. Y hay niños a los que juguetes que han costado cincuenta o cien euros les duran como mucho tres días. Y a esos mismos niños los juguetes que les han traído los Reyes Magos les duran años. Quienes conviven con niños les ven soñar con ese día, ilusionarse y escribir la carta a Sus Majestades con una convicción absoluta. Realmente, son felices con ese sueño. Se les nota.
Cuando reciben los juguetes, los tienen como suyos, no han tenido que rogar a sus padres, para que se los compren. Les han llegado de algún sitio mágico, porque se lo merecen por ser tan simpáticos o por toda esa suerte de méritos que hacen los niños y que a los adultos se nos escapan. Los niños también tienen derecho a escapar de ese mundo tan aburrido de los adultos. Los niños necesitan dejar volar su imaginación y no está nada mal que de ello, una vez al año, resulte algo tangible con lo que jugar.
Sobre Dios ya he contado que he tratado a mucha gente que no se lo quita de la boca, pero que mi impresión es que no tienen tanta fe como dicen. En realidad, creo que no conocido a nadie que tenga fe. Lo que pienso es que si esos personajes que he tratado, algunos de ellos altos cargos de la iglesia o del Estado, con calles dedicadas, se hubieran enfrentado a Sócrates, no hubieran durado ni diez preguntas.
Con respecto a lo que dice acerca de los Reyes Magos creo que la cuestión es otra. Durante 364 días del año, los niños reciben los obsequios de sus padres. Pensar que sólo reciben regalos una vez al año es ilusorio. En los tiempos actuales es frecuente regalar juguetes a los niños con relativa frecuencia. Y hay niños a los que juguetes que han costado cincuenta o cien euros les duran como mucho tres días. Y a esos mismos niños los juguetes que les han traído los Reyes Magos les duran años. Quienes conviven con niños les ven soñar con ese día, ilusionarse y escribir la carta a Sus Majestades con una convicción absoluta. Realmente, son felices con ese sueño. Se les nota.
Cuando reciben los juguetes, los tienen como suyos, no han tenido que rogar a sus padres, para que se los compren. Les han llegado de algún sitio mágico, porque se lo merecen por ser tan simpáticos o por toda esa suerte de méritos que hacen los niños y que a los adultos se nos escapan. Los niños también tienen derecho a escapar de ese mundo tan aburrido de los adultos. Los niños necesitan dejar volar su imaginación y no está nada mal que de ello, una vez al año, resulte algo tangible con lo que jugar.
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