Se suele decir, tras cada ofensiva de Israel, que su respuesta es desproporcionada; pero no se dice al mismo tiempo cuál sería la respuesta proporcionada. ¿Si mueren cien niños es desproporcionada y si muere un niño no? La guerra, cualquier guerra es un horror. Todas las ofensivas bélicas son desproporcionadas. Todas las muertes producidas en una guerra son lamentables.
Probablemente, deberíamos preguntarnos todos si nuestros modos de vida tan egoístas tienen algo que ver con el hecho de que haya tantas guerras en el mundo. El mismo hecho de decir que la respuesta es desproporcionada ya indica un desentendimiento del asunto, que no puede ser bueno.
Basta con mirar el mapa, para comprender que los israelíes han de vivir con un temor permanente. Baste recordar el atentado de las Torres Gemelas, en el que quedó de manifiesto la vulnerabilidad de las potencias occidentales para comprender ese temor. Puede que alguien diga que no han vuelto a atentar en EE.UU., pero eso no significa que no lo puedan volver a hacer y, además, sí que lo han hecho en otros lugares.
El mundo dio una nación a los israelíes. Esta nación es democrática, rica y culta. Los países de su alrededor están regidos por dictadores, son pobres e incultos. Ese contraste es una de las mayores fuentes de odio. Los israelíes han demostrado que se puede crear riqueza en un país desértico y eso es algo que molesta mucho a los oligarcas. Ellos buscarán fomentar el odio, inventando otras excusas y pretextos.
Lo cierto es que si el mundo les dio un lugar no puede dejarlos a merced de lo que pueda ocurrir. El problema de Israel, como el problema del hambre, como el problema de la injusticia, es de todos. Y las soluciones bélicas siempre son pasajeras. La solución final pasa por recrear la ONU. Y mientras tanto, deberían ser tropas de la ONU las que garantizaran la paz, o que hicieran lo posible.
Probablemente, deberíamos preguntarnos todos si nuestros modos de vida tan egoístas tienen algo que ver con el hecho de que haya tantas guerras en el mundo. El mismo hecho de decir que la respuesta es desproporcionada ya indica un desentendimiento del asunto, que no puede ser bueno.
Basta con mirar el mapa, para comprender que los israelíes han de vivir con un temor permanente. Baste recordar el atentado de las Torres Gemelas, en el que quedó de manifiesto la vulnerabilidad de las potencias occidentales para comprender ese temor. Puede que alguien diga que no han vuelto a atentar en EE.UU., pero eso no significa que no lo puedan volver a hacer y, además, sí que lo han hecho en otros lugares.
El mundo dio una nación a los israelíes. Esta nación es democrática, rica y culta. Los países de su alrededor están regidos por dictadores, son pobres e incultos. Ese contraste es una de las mayores fuentes de odio. Los israelíes han demostrado que se puede crear riqueza en un país desértico y eso es algo que molesta mucho a los oligarcas. Ellos buscarán fomentar el odio, inventando otras excusas y pretextos.
Lo cierto es que si el mundo les dio un lugar no puede dejarlos a merced de lo que pueda ocurrir. El problema de Israel, como el problema del hambre, como el problema de la injusticia, es de todos. Y las soluciones bélicas siempre son pasajeras. La solución final pasa por recrear la ONU. Y mientras tanto, deberían ser tropas de la ONU las que garantizaran la paz, o que hicieran lo posible.
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