Un colegio privado de Madrid ha sido condenado a indemnizar con 30000 euros a un niño que sufrió acoso escolar en ese centro. Los padres del niño han dicho que los Reyes Magos le han regalado justicia a su hijo, cosa que puede tomarse como cierta, y esperan que esta sentencia sirva para que los centros se tomen más en serio la cuestión del acoso escolar, lo que parece más difícil.
Conviene repasar los detalles. Los padres tienen un vídeo probatorio. Además del vídeo, la psicóloga que ha atendido al niño, ha dado la cara. El niño sufrió daños psicológicos innegables. El acoso escolar se prolongó durante dos años. A pesar de todo esto, el colegio niega los hechos y hubo una primera sentencia en contra del niño.
Imaginemos pues a los niños cuyos padres no pueden pagar un psicólogo, o que si lo pueden pagar éste no desea complicarse la vida, pues tiene otros clientes cercanos a los acosadores o, incluso, lo es alguno de ellos. Lógicamente, tampoco tienen ningún vídeo. No hace falta decir que la cuestión se presenta cruda.
Aunque permitir el acoso escolar constituya una práctica totalmente contraria al espíritu educativo, la realidad de las cosas nos hace ver que un colegio privado puede perder muchos clientes si hace lo que debe. Los que acosan son muy superiores en número a los acosados. También parece ilusorio pensar que la mayoría de los profesores de los colegios públicos van a esforzarse para impedir que suceda en sus centros o en sus clases.
Lo que es más probable que ocurra, en lugar de que los centros se tomen más en serio la cuestión, es que éstos se esfuercen en mejorar sus coartadas y que los acosadores sofistiquen sus métodos.
Debería ser el gobierno español, ayudado por los diecisiete gobiernos autónomos, quien se empeñara en erradicar estas prácticas. Ningún partido político debería quedar al margen, para que ninguno pudiera utilizar electoralmente esta cuestión, de la campaña en contra del acoso en todas sus formas.
Conviene repasar los detalles. Los padres tienen un vídeo probatorio. Además del vídeo, la psicóloga que ha atendido al niño, ha dado la cara. El niño sufrió daños psicológicos innegables. El acoso escolar se prolongó durante dos años. A pesar de todo esto, el colegio niega los hechos y hubo una primera sentencia en contra del niño.
Imaginemos pues a los niños cuyos padres no pueden pagar un psicólogo, o que si lo pueden pagar éste no desea complicarse la vida, pues tiene otros clientes cercanos a los acosadores o, incluso, lo es alguno de ellos. Lógicamente, tampoco tienen ningún vídeo. No hace falta decir que la cuestión se presenta cruda.
Aunque permitir el acoso escolar constituya una práctica totalmente contraria al espíritu educativo, la realidad de las cosas nos hace ver que un colegio privado puede perder muchos clientes si hace lo que debe. Los que acosan son muy superiores en número a los acosados. También parece ilusorio pensar que la mayoría de los profesores de los colegios públicos van a esforzarse para impedir que suceda en sus centros o en sus clases.
Lo que es más probable que ocurra, en lugar de que los centros se tomen más en serio la cuestión, es que éstos se esfuercen en mejorar sus coartadas y que los acosadores sofistiquen sus métodos.
Debería ser el gobierno español, ayudado por los diecisiete gobiernos autónomos, quien se empeñara en erradicar estas prácticas. Ningún partido político debería quedar al margen, para que ninguno pudiera utilizar electoralmente esta cuestión, de la campaña en contra del acoso en todas sus formas.
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