Llegó a España, sacada de contexto, la campaña atea. Por algunas ciudades circulan autobuses portando en sus flancos la leyenda “Probablemente, Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida”. Aunque puede que le hayan quitado la coma. Lo del contexto no es ningún problema, puesto que en este nuestro solar se contextualiza de inmediato.
Ese “probablemente” con que principia quita hierro al asunto, indica que no contiene ningún tipo de pretensión dogmática y que ni siquiera pretende la discusión banal, sino que más bien remite a pensar en algún tipo de abuso por parte de quien sea. Al parecer, en el Reino Unido, lugar del que procede la campaña, conocen la historia completa.
Lo cierto es que algunos sectores españoles se han molestado, e incluso han contraatacado contratando campañas de publicidad en sentido opuesto en otros autobuses. Y son esos mismos sectores los que inducen a pensar que Dios es alguien que premia a los pelotilleros y no a quienes creen en la justicia.
Porque si alguien con hambre y sed de justicia se dirige a algunas de estas personas que hacen profesión de fe en cuanto tienen ocasión, con la intención de encontrar a Dios (ya que en el único sitio en que puede estar es en los corazones humanos), lo más probable es que vea como se retraen hasta el fondo de su concha, como los caracoles. Y eso en el mejor de los casos, porque puede suceder que se encuentre con alguien ceñudo y circunspecto y que, en menos que canta un gallo, el interpelante pase de bienaventurado a apaleado.
Quien busca a Dios se puede encontrar, o al menos lo piensa así, con que lo que importa a quienes reaccionan de este modo no son las personas, y ni siquiera el mismo Dios, sino el número de creyentes. Es lo que permite que algunos puedan disponer de aposentos llenos de oro y maderas nobles y que otros puedan pasar por personas respetables, siendo así que su egoísmo excede lo tolerable.
Si quienes hacen la contra campaña realmente creyeran en Dios, habrían invertido el dinero en socorrer a quienes hacen cola en la Casa de la Caridad o en las oficinas de desempleo. Gente que se preocupe por el ser humano, no con la intención de hacer prosélitos, sino con la de ayudar y socorrer, es la que hace falta, ahora y siempre.
Ese “probablemente” con que principia quita hierro al asunto, indica que no contiene ningún tipo de pretensión dogmática y que ni siquiera pretende la discusión banal, sino que más bien remite a pensar en algún tipo de abuso por parte de quien sea. Al parecer, en el Reino Unido, lugar del que procede la campaña, conocen la historia completa.
Lo cierto es que algunos sectores españoles se han molestado, e incluso han contraatacado contratando campañas de publicidad en sentido opuesto en otros autobuses. Y son esos mismos sectores los que inducen a pensar que Dios es alguien que premia a los pelotilleros y no a quienes creen en la justicia.
Porque si alguien con hambre y sed de justicia se dirige a algunas de estas personas que hacen profesión de fe en cuanto tienen ocasión, con la intención de encontrar a Dios (ya que en el único sitio en que puede estar es en los corazones humanos), lo más probable es que vea como se retraen hasta el fondo de su concha, como los caracoles. Y eso en el mejor de los casos, porque puede suceder que se encuentre con alguien ceñudo y circunspecto y que, en menos que canta un gallo, el interpelante pase de bienaventurado a apaleado.
Quien busca a Dios se puede encontrar, o al menos lo piensa así, con que lo que importa a quienes reaccionan de este modo no son las personas, y ni siquiera el mismo Dios, sino el número de creyentes. Es lo que permite que algunos puedan disponer de aposentos llenos de oro y maderas nobles y que otros puedan pasar por personas respetables, siendo así que su egoísmo excede lo tolerable.
Si quienes hacen la contra campaña realmente creyeran en Dios, habrían invertido el dinero en socorrer a quienes hacen cola en la Casa de la Caridad o en las oficinas de desempleo. Gente que se preocupe por el ser humano, no con la intención de hacer prosélitos, sino con la de ayudar y socorrer, es la que hace falta, ahora y siempre.
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