sábado, 10 de enero de 2009

Ser de izquierdas, ser de derechas

Teóricamente, tanto las gentes de derechas como las de izquierdas quieren lo mejor para la sociedad, pero difieren en los métodos para conseguirlo. Por tanto, puesto que todos quieren lo mejor, no deberían ser difíciles ni el entendimiento ni la tolerancia entre ambos grupos.
Pero en la práctica todo se reduce a las etiquetas. Un psicópata, embustero, manipulador, porfiado, con la sempiterna intención de hacer todo el mal que pueda y le dejen, se anuncia de izquierdas y ya con ello obtiene la aquiescencia de la secta, o de buena parte de ella.
Del mismo modo, alguien que se presente como de derechas, que acepte todo lo que haga o diga un cardenal, aunque sea una barbaridad, ya tiene un lugar en el grupo.
Lo que resulta de todo esto es que lo que menos importa es la persona. No interesa saber si sus intenciones son buenas o malas, sino el lado de la raya en el que se ha situado. De tal modo se pervierte toda la función política y se vuelve a la práctica tribal.
Una persona de izquierdas en Valencia ha de estar de acuerdo con el estropicio que se hizo en el Teatro Romano de Sagunto, ha de estar en contra de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, porque hay acumulación de edificaciones de Calatrava, ha de pensar que el valenciano y el catalán son el mismo idioma y, por norma, ha de pensar que todo lo que hace Rita Barberá es nefasto. La lista es más larga, y este detalle tiene que ver puesto que si alguien se dice de izquierdas pero falla en alguno de los puntos pasa a ser un sospechoso, no es totalmente de la secta.En el campo de la derecha, pasa algo similar, hay que opinar lo contrario, salvo en el caso del idioma valenciano, en el que se puede pensar igual que los de izquierdas o ser mediopensionista. Si alguien defiende el derecho de los valencianos a que su idioma goce de independencia con respecto al catalán pasa a ser etiquetado como de extrema derecha, sea lo que sea lo que piense de las demás cuestiones.

2 comentarios:

bitdrain dijo...

Nunca me han gustado las etiquetas y disiento de la comunidad científica cuando afirman que para un mayor entendimiento de las cosas, lo mejor es clasificarlas.

Como bien indica, ambos tienen el mismo objetivo como fin último, pero muy a menudo se olvidan de lo que realmente importa, la persona.

Puestos a clasificar, yo diferenciaría si eres proclive al entendimiento y a razonar, antes de si se es blanco o negro ;)

Gracias por linkar mi web.

Un saludo.

Marta Salazar dijo...

tienes razón... un gran saludo!