No queda más remedio, por muy doloroso que resulte, que reconocer que nuestro presidente es un grandísimo irresponsable. Y lo es en todas y cada una de las cosas que hace o dice. Es cierto que algunas de las cosas que ha hecho están bien, pero es que es imposible hacerlo todo mal.
Hoy, Día de la Mujer, es un buen día para decir que el nombramiento de Bibiana Aído como ministra es una broma de muy mal gusto. Como en España está mal visto disentir y dado que Zapatero está de acuerdo con la demencial ley que permitirá que las menores de edad puedan abortar sin el consentimiento de sus padres, ningún ministro se ha atrevido a criticar la propuesta. Sin duda porque saben que hacerlo equivale a dimitir.
Cuando se habla del aborto conviene recordar que su aceptación social fue para Julián Marías una de las dos grandes catástrofes del siglo XX, en el que tantas hubo. El aborto no es algo irrelevante, sino una cuestión que conviene examinar con mucho cuidado. Es cierto que para algunas mujeres el hecho de quedarse embarazadas supone un problema irresoluble. No se le puede reprochar a una mujer que aborte si no se le habían proporcionado antes los medios para que pudiera sacar adelante a la criatura que esperaba, y conservar al mismo tiempo las expectativas que tenía antes de quedarse embarazada. Nuestra sociedad no es modélica y, por tanto, no puede exigir un comportamiento exacto a nadie.
Pero que se comprenda que algunas mujeres se ven abocadas a abortar, por puro instinto de supervivencia no significa que haya que olvidar que el embrión sea el menos culpable de todos los intervinientes y el más débil y desprotegido. Si se fomenta el egoísmo y se permite que el fuerte prevalezca sobre el débil, la sociedad lo acabará pagando.
Dice la ministra, refiriéndose a las menores de 18 años que pretendan abortar, que confía en la madurez, preparación y responsabilidad de los jóvenes españoles. Y no explica en qué se basa para suponer esa madurez generalizada en la juventud española. Puesto que no ha dicho que la madurez la demostrarían si decidieran contar no sólo con sus padres de ellas, sino también con el de la criatura que esperan, cabe pensar que se trata de una ley oportunista, creada para hacer ruido, desconcertar a todos y hacer olvidar la crisis, ésa que el gobierno no sabe manejar.
Hoy, Día de la Mujer, es un buen día para decir que el nombramiento de Bibiana Aído como ministra es una broma de muy mal gusto. Como en España está mal visto disentir y dado que Zapatero está de acuerdo con la demencial ley que permitirá que las menores de edad puedan abortar sin el consentimiento de sus padres, ningún ministro se ha atrevido a criticar la propuesta. Sin duda porque saben que hacerlo equivale a dimitir.
Cuando se habla del aborto conviene recordar que su aceptación social fue para Julián Marías una de las dos grandes catástrofes del siglo XX, en el que tantas hubo. El aborto no es algo irrelevante, sino una cuestión que conviene examinar con mucho cuidado. Es cierto que para algunas mujeres el hecho de quedarse embarazadas supone un problema irresoluble. No se le puede reprochar a una mujer que aborte si no se le habían proporcionado antes los medios para que pudiera sacar adelante a la criatura que esperaba, y conservar al mismo tiempo las expectativas que tenía antes de quedarse embarazada. Nuestra sociedad no es modélica y, por tanto, no puede exigir un comportamiento exacto a nadie.
Pero que se comprenda que algunas mujeres se ven abocadas a abortar, por puro instinto de supervivencia no significa que haya que olvidar que el embrión sea el menos culpable de todos los intervinientes y el más débil y desprotegido. Si se fomenta el egoísmo y se permite que el fuerte prevalezca sobre el débil, la sociedad lo acabará pagando.
Dice la ministra, refiriéndose a las menores de 18 años que pretendan abortar, que confía en la madurez, preparación y responsabilidad de los jóvenes españoles. Y no explica en qué se basa para suponer esa madurez generalizada en la juventud española. Puesto que no ha dicho que la madurez la demostrarían si decidieran contar no sólo con sus padres de ellas, sino también con el de la criatura que esperan, cabe pensar que se trata de una ley oportunista, creada para hacer ruido, desconcertar a todos y hacer olvidar la crisis, ésa que el gobierno no sabe manejar.
2 comentarios:
Vicente resulta más un pseudo-ministerio de "igual dad" tratan temas tan importantes y definitorios para el futuro de nuestra social de un modo superfluo y aún hoy me pregunto para que se ha creado dicho Ministerio, me hubiese gustado que escuchases la entrevista de ayer por la mañana en Cadena Ser de la ministra...bochornosooooo!!
Estimado Vicente,
Soy maestro en una escuela de Estados Unidos y mis compañeros no se pueden creer como una comunidad humana (españa) CARECE de sentido de supervivencia... Desastres en las escuelas, irrespeto en la vida y las relaciones sociales, degradacion de las buenas costumbres y la urbanidad...
Muchas gracias por su excelente perspectiva y su valentia.
Un maestro.
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