Quizá sea conveniente comenzar diciendo que troitiño, como de juana, como otegui, como azpiazu, y similares, son palabras que generan repulsión. Y quizá convenga aclarar también que, en contra de lo que creen muchos, la impunidad no existe. El llamado Antón Troitiño puede pensar que la ha logrado, puesto que el precio que ha pagado por tantos asesinatos como ha cometido es nimio, prácticamente inexistente. Puede decirse que ser asesino múltiple le ha salido gratis. Así de generosos fueron los padres de la Constitución.
Pero Antón Troitiño no debería estar muy contento. La herencia moral que ha dejado a sus familiares ha sido aceptada por ellos en su totalidad, de modo que no pueden aspirar a ser buenas personas, como sería lo correcto. Su propia hija, Marrubi Troitiño, ha dado muestras de que lo suyo es solazarse en el lodazal, regocijarse en los detritus, complacerse con lo degenerado.
La tal Marrubi Troitiño, de tal palo tal astilla, ha dicho que las declaraciones de Patxi Zabaleta, otro que tal, son hirientes. ¡Madre mía!, pobrecito el Troitiño. Uno en quien confiaban ha pedido que vuelva a la cárcel. ¿Por qué se empeña en ofenderlo de este modo? ¡Si sólo ha matado a 22 personas! ¡Eso es vulnerar los derechos de Troitiño! De todos los Troitiño.
Estas personas tan sensibles que se duelen por unas simples palabras (las palabras hacen más daño que las balas, parecen pensar), cuentan con el apoyo del Movimiento Por Amnistía. Menuda jugarreta nos hicieron quienes desterraron de España la cadena perpetua.
Con ella no tendríamos que soportar a ese Movimiento Pro Amnistía y posiblemente se le hubiera hecho también un favor a Troitiño, aunque él no se percatara de eso: Quizá su hija, ante la imposibilidad de ver a su padre fuera de la cárcel, hubiera comprendido que el suyo no es el buen camino y hubiera optado por dar otro rumbo a su vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario