Cuando se habla de Guantánamo ya se sabe. En Cuba hay otras cárceles peores que esa. Y en otras partes del mundo. Pero Guantánamo es una cárcel de la primera potencia mundial, de la que se arroga el derecho de vigilar que se cumpla el orden en el mundo.
La solución Guantánamo viene a ser algo así como el invento de los GAL que tan doloroso nos resulta a los españoles. Aprendimos entonces, no se sabe si Mister X también, que contra el terror sólo se puede luchar con las armas de la ley, puesto que todo lo demás le fortalece y le proporciona pretextos. La diferencia consiste en que mientras que el terrorismo etarra tiene lugar únicamente en territorio español, cosa que permite que el Estado pueda combatirlo con las armas legales, el terrorismo de Al Qaeda atenta en todo el mundo. Estados Unidos tiene dificultades para ajustarse al derecho internacional, puesto que en muchos casos, como Gibraltar, el Sahara Occidental, etc., no actúa de forma legal, sino que apoya a quienes desobedecen las resoluciones de la ONU.
Esta forma arbitraria de proceder le pasa factura a la hora de recurrir a la justicia internacional para combatir contra Al Qaeda, al carecer de crédito moral ante muchos ciudadanos del mundo.
Si no puede invocar a la justicia internacional, porque al no tener fe en ella muchos se enrolan en Al Qaeda, creyendo que así defienden sus derechos, ha de recurrir a la fuerza. Y esto es Guantánamo, una muestra de prepotencia y de hipocresía. Puesto que no está en suelo estadounidense, la justicia de este país escapa al descrédito. Pues no. Los jueces de Estados Unidos ya no despiertan, ni de lejos, la misma admiración que hace cincuenta años. Si los presos de Guantánamo estuvieran en las cárceles de Estados Unidos, la situación probablemente sería la misma.
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