No puede decirse que Carlos Fabra, con sus últimos reproches, haya sorprendido a nadie: "habrá una pandilla de inútiles importantes de políticos de esta provincia y de fuera que tendrán que comerse todas las palabras que han dicho, porque toda esta gentuza lo único que ha hecho es poner en evidencia a la provincia de Castellón y a un espacio económico importante que va a suponer el aeropuerto para Castellón".
Y no puede haber sorprendido a nadie porque es sabido que Carlos Fabra puede ir más lejos aún. La política española está llena de personajes como este, es decir, de personas que no deberían estar en la política. Y el hecho de que estén, porque no hay forma de desalojarlos, demuestra que el sistema no funciona. Aparte de que nos cuesta muy caro.
Los contribuyentes no sólo hemos de mantener una abultadísima nómina de políticos, sino que además hemos de costear sus numerosos caprichos. En España hay muchos más aeropuertos de los necesarios; las distancias que hay que recorrer en nuestro país no son las de Rusia, Brasil o Estados Unidos. Carlos Fabra y otros se empeñaron en construir aeropuertos innecesarios, que no sólo cuestan muchos millones, sino que luego hay que mantener.
En España hay una red suficiente de autopistas y autovías, por lo cual los aeropuertos que exceden del número aconsejable son caprichos de los políticos de turno que los líderes de sus partidos no han sabido negar. Por otra parte, algunas de las autovías no disponen de la densidad de tránsito que justificaría su construcción. Hay líneas del AVE que no son rentables, ni podrán serlo jamás. Todo ese gasto se ha hecho y cada uno de los partidos responsables critica los derroches del otro, mientras intenta justificar sus desmanes. Y de entre ellos, Carlos Fabra destaca por méritos propios.
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