miércoles, 23 de mayo de 2012

El avispero de los niños robados

Dado lo justo de la causa, traté de colaborar, en la medida de mis posibilidades, con ella. En esta tesitura, tuve que darme cuenta de que el hecho de que la causa sea justa no significa que todos los afectados tengan que ser bellísimas personas, ni de que quienes critican la prepotencia ajena deploren la propia. Por este motivo, a partir de cierto momento, decidí ver las cosas desde fuera.
No obstante lo anterior, y a la vista de la situación actual y de la actitud del ministro de Justicia, que aparenta querer solucionar las cosas, pero que de ahí no pasa, me apetece hacer algunas puntualizaciones. El ministro debería saber que desde que se ha probado que hubo robo de bebés ningún adoptado que no conozca exactamente sus orígenes puede estar tranquilo. ¿Y si fue robado y no dado en adopción? La sociedad para la que él trabaja no puede volver la espalda a este problema.
Como explicó José Luis Manzanares en un artículo reciente sobre el particular, conviene sacar el asunto de los juzgados. Una oficina, con personal competente y ordenadores adecuados, dedicada específicamente a la cuestión, resolvería la mayor parte de los casos.
He de hacer mención especial a la familia Luque Delgado, que según mi entender está llevando a cabo su búsqueda de forma ejemplar, sin pausa, ni descanso, pero sin dejar de tener en cuenta los demás que también buscan. De entre la familia Luque, conviene destacar a Sol, la melliza del niño robado, que, lógicamente, si vive, ahora será todo un hombre. Sol Luque viene dando muestras de que es capaz de acomodar sus intereses propios a los comunes y de renunciar a todo protagonismo cuando cree que la causa está bien representada. Tiene una preparación intelectual notable y una mente muy ágil. Para el ministerio sería muy fácil seguir la pista del hermano que busca. El proceso, para quien tenga acceso a todos los datos, daría como resultado un reducido número de candidatos a ser el niño robado. No es probable que llegara ni a cinco.

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