Algunos dicen que sería bueno para España que Hollande se convirtiera en el nuevo presidente francés. Esas son las ventajas de tener las ideas claras. Los que no sabemos nada, y además cultivamos la duda, tememos la catástrofe. Sarkozy es malo, pero todo puede empeorar.
No descarto la posibilidad de que Hollande sea mejor que Sarkozy , tanto para los franceses como para los españoles, sino que también tengo presente la otra posibilidad.
De momento, las perspectivas no son muy halagüeñas. Cuando el marido de Carla Bruni sacó a relucir los problemas de Dominique Strauss-Kahn, el candidato socialista replicó afirmando que desconocía esos detalles de su vida privada y que fue el propio Sarkozy quien lo nombró director del FMI.
Esas son excusas de mal pagador. El hecho de que Dominique Strauss-Kahn se enredara con una camarera de hotel demuestra de forma palpable que es un individuo prepotente y abusón. Esos detalles no se les deberían haber escapado a los socialistas. Sarkozy también lo debería saber, pero tiene menos obligación de estar al corriente de esas cosas que los dirigentes del partido en el que milita el controvertido personaje.
Cuando tuvo lugar el asunto de la camarera, los socialistas franceses tuvieron la desfachatez de insinuar que había sido una trampa que le había puesto Sarkozy a DSK. Si no hubiera sido prepotente la trampa, de ser cierta, no hubiera funcionado. Su obligación era la de dejar en paz a la camarera. Debe medirse con mujeres que tengan, al menos, tanto poder como él.
De no ser por esa aventura, ahora estaría disputándole la presidencia de Francia a Sarkozy, con grandes posibilidades de ganar.
François Hollande puede ser un mal menor, pero si hubiera sabido explicar como pudo DSK convertirse en el candidato de los socialistas, e incluso llegar al FMI, cabría depositar en él mayores expectativas.
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