Sugiere el informe Nomura que si el BCE no hubiera mantenido los tipos de interés tan bajos, las burbujas inmobiliarias de España y de otros países europeos no se hubieran producido. Cosa que puede darse por verdadera sin demasiado esfuerzo.
Pero esa no es toda la verdad. Olvida el banco de inversión japonés Nomura, que en España hay más políticos por cada cien habitantes que en cualquier otro país del mundo. Y se supone que esos políticos tienen la obligación de prever los peligros que acechan y tratar de desactivarlos. Pues eso no ocurrió en España. El gobierno de Zapatero, cuando los constructores de toda la vida (cuestión distinta es la de los numerosos advenedizos) ya se identificaban con el protagonista de El grito, de Munch, seguía incentivando la construcción y recomendando construir más y comprar.
Pero no sólo fue Zapatero el irresponsable. En las Comunidades Autónomas ocurría tres cuartos de lo mismo. Es evidente que a todos interesaba el negocio de la construcción y se negaban a ver los negros nubarrones que se iban aproximando.
A los políticos españoles no les caen encima los chuzos de punta, de modo que lo suyo es apurar hasta la última gota. Zaplana está en Teléfonica, y desde que eso ocurre Teléfonica gana menos. No sé si tendrá que ver una cosa con la otra. González, Aznar y Salgado, también han encontrado acomodo en otras grandes empresas. Ahora hay unos cuantos, con sueldos escandalosos, colocados en Bankia, que ven sus cargos en peligro, aunque quizá confían en que pronto les encuentren otra canonjía.
En líneas generales, puede decirse que todos los políticos españoles suelen colocarse bien, de modo que no les preocupa su porvenir. Si estuviera ligado al de los españoles sería otra la situación. De modo que si el BCE no hubiera puesto los tipos de interés tan bajos, la burbuja inmobiliaria española no se hubiera producido, pero la burbuja política española hubiera seguido creciendo. También hubiera explotado un día u otro.
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