lunes, 28 de mayo de 2012

El español gusto por la impunidad

Es cierto que en todas partes cuecen habas, como se vio en el caso de Domique Strauss-Kahn con la camarera del hotel, que se terminó bien para el francés, en el que todo el mundo estará de acuerdo en que si llega a ser pobre el resultado final hubiera sido otro.
Lo que ocurre en España es que por haber sido sus gobiernos absolutistas o dictatoriales, los poderosos están acostumbrados a hacer lo que les da la gana. Y no lo disimulan. Y los que no son poderosos replican ese modo de actuar siempre que pueden. Hay que señalar las debidas excepciones en todos los casos.
Los poderosos no sólo están acostumbrados a hacer lo que quieren, sin coste alguno para ellos, sino que además se protegen unos a otros. Les molesta la idea de que alguno de ellos, por hacer lo mismo que la mayoría pueda tener algún contratiempo con la justicia. En el citado caso de Dominique Strauss-Kahn se vio, enseguida salieron muchos a defenderle. Y gracias a la camarera del hotel ahora no es el presidente de Francia. Yo creo que habría que recompensarla.
En España este gusto por la impunidad está magnificado, por los motivos expuestos anteriormente, y ahora vemos que a pesar del desastre en el que estamos sumidos no hay responsables. Sabemos que nos hemos de rascar el bolsillo, pero nadie tiene la culpa de eso. O sea, la culpa la tiene el demonio.
El castigo que han de sufrir algunos, el único castigo, es que sus fotos circulen en envíos masivos de correo, en los que se explica que se han llevado una indemnización de x millones por llevar sus entidades a la ruina.
Hace unos meses, Vicenç Navarro expuso en un artículo titulado La banca, el fraude fiscal y el New York Times que la entonces vicepresidenta del gobierno, De la Vega, interrumpió unas investigaciones que la Agencia Tributaria realizaba en las cuentas de Botín. El citado artículo fue actualizado el pasado 13 de mayo. Y ahí está bien explicado el escandaloso fraude fiscal sin que nadie mueva un dedo para remediarlo.

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