Comenté tiempo atrás que mi peluquero había acudido a la OPV de Bankia a instancias del director de Bancaja en el que tiene la cuenta. Deduzco de ello que todos los directores de Bancaja y Caja Madrid colocaron entre sus clientes todas las acciones que pudieron. Y ahora que todo ha saltado por los aires, o casi, queda claro que a los ciudadanos se les respeta muy poco.
La catástrofe comenzó a fraguarse de forma independiente en cada una de las cajas fusionadas. Eso de utilizar a las cajas para colocar a los amiguetes no ha traído nada bueno. Aparte de que actuar así es una falta de respeto a los ciudadanos.
Algunos recuerdan ahora que Bancaja pudo ser absorbida por CaixaBank, operación que no se llevó a cabo a causa de ciertas reticencias históricas, por llamarlas de alguna manera, y se prefirió la fusión con Caja Madrid. En todo el proceso, el Banco de España fue el convidado de piedra, o por decirlo de modo claro, el organismo inútil, puesto que ni supo impedir las derivas de Caja Madrid y Bancaja, ni fue capaz de decir que citada fusión iba a ser un desastre. Tampoco hizo nada por impedir la fusión Elena Salgado, ministra de Economía en ese momento, que debía velar por los intereses de los ciudadanos.
Pero la catástrofe de Bankia es fundamentalmente un caso del PP. Incluso al nombrar a Rodrigo Rato como presidente se miró más por los intereses del correligionario que por los de los ciudadanos.
Es fácil en Valencia criticar ahora a Bancaja. Pero en los tiempos en que ponía publicidad en la prensa y podía comprar grandes lotes de periódicos cada día, nos teníamos que enterar de lo que ocurría con el Banco de Valencia por medio de La Vanguardia y El Mundo. En la hora actual, Olivas parece estar solo, apenas se habla de Blesa y de Izquierdo nadie se acuerda. Rato dice que su partido lo ha abandonado, como si sus intereses fueran más importantes que los de los ciudadanos. Rato, que en algún momento pareció brillante, se ha empeñado en demostrar que es un bluf.
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