viernes, 18 de mayo de 2012

Esperanza Aguirre confunde una pistola con una navaja

Ha dicho la presidenta de la Comunidad de Madrid que la fusión de Caja Madrid con Bancaja fue un matrimonio “a punta de pistola”. ¿Para qué tiene tantos asesores? ¿Para que le lleven las gafas y el bolso?
Las pistolas no tienen punta, condesa. Pero es que lo que insinúa Esperanza Aguirre con esa frase con tan poco sentido tampoco es cierto. La situación de Caja Madrid tampoco es boyante. Todo lo que tiene que ver con Bankia, y es desastroso, es achacable al PP. Sus dirigentes, al igual que los de los demás partidos en casos similares, han colocado a sus amiguetes y el resultado es el que sabemos. La situación de ambas cajas es desastrosa y la vigilancia del PP sobre ambas cuando funcionaban por separado fue nula. Y la manera de intentar arreglar el desaguisado, optando entre otros amiguetes para dirigir el banco resultante de la fusión, también fue desastrosa. Durante todo este tiempo, el Banco de España, no ha ejercido sus funciones de vigilancia, pero no se le puede echar más culpa de la que tiene. El PP estaba dentro de Caja Madrid y de Bancaja, y no es que estaba dentro, y por lo cual debía saber lo que se estaba haciendo, sino que estaba dirigiendo a esas dos cajas, por tanto, suya es la principal responsabilidad.
Lo que se vislumbra en España es que los puestos de responsabilidad han sido mayoritariamente ocupados por ineptos, y buena parte de culpa tiene en eso Esperanza Aguirre, que llegó a soñar con ser presidenta del gobierno y se la nota molesta por no haberlo conseguido.
En España no hay nadie que se sienta responsable de la dramática situación en la que nos encontramos. “Nuestros” políticos viven absortos en sí mismos. En sus logros, en los cargos que han logrado. Pocos, o ninguno, piensan en la catástrofe que han propiciado. Ojalá pudiéramos exportar a “nuestros” políticos.

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