sábado, 19 de mayo de 2012

Gibraltar y los hijos de la Gran Bretaña

No hay ninguna posibilidad de que España se aburra, dados los vecinos que tiene. Por el norte, los gabachos, que nos miran por encima de los Pirineos. Los gabachos, tradicionalmente, cultivan la duda, que para consiste en dilucidar si atienden primero a su despensa o a sus estómagos. Y no acaban de decidirse.
Por el oeste tenemos a Portugal, país hacia el que poco a poco vamos volviendo los ojos. En el sur están los súbditos de Mohamed, a los que éste, alternativamente, manipula o aplasta. Por el sur también están otros súbditos, los hijos de la Gran Bretaña, los que se ven a sí mismos como los depositarios de la ética, cuando el resto del mundo ve a sus islas como la mayor reserva mundial de hipocresía.
A todos esos, franchutes, hijos de la Gran Bretaña, súbditos de Mohamed, se les puede aplicar el dicho “blando con las espuelas, duro con las espigas”. Aprovechan la debilidad de España para obtener algún beneficio a costa nuestra. Parecen pensar que lo de ceñirse a la razón es cosa de plebeyos y ellos hacen lo que les da la gana, como los poderosos.
Los hijos de la Gran Bretaña no se limitan a desoír los mandatos de la ONU, sino que además van rapiñando terreno, van rapiñando zonas marítimas.
Con todo su descaro, que no desmerece en nada al de Su Majestad la Reina de Inglaterra, las patrulleras de la Royal Navy impiden a los pesqueros españoles faenar en las aguas que les son propias.
¿Cómo se va a fiar alguien de la ONU si no sirve para imponer la razón? Si lo que priva es la ley del más fuerte, lo que procede es cerrar este inútil organismo y destinar el dinero que cuesta a otras partidas más beneficiosas.
¿Dios salve a la Reina? Por mi como si la pone en salmuera.

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