Para
Jorge Herralde, Álvaro Pombo es el mejor escritor español vivo.
Para una gran multitud se ha convertido en el centro de la diana.
Ello se debe a que ha hecho unas declaraciones que no son
políticamente correctas.
Lo
políticamente correcto es otra forma de dictadura. Se impone en
muchos sitios, lo que demuestra que no todo el monte es orégano.
Quizá porque los burros se lo han comido, aunque tampoco estoy en
condiciones de asegurar que siempre lo fue. Lo que sí es cierto es
que los burros metafóricos abundan, no así el animal que pronto
será mitológico, porque está en trance de desaparición.
En
España, el carácter dictatorial adquiere tonos peculiares dado que
siempre hemos estado en manos de las oligarquías, y lo seguimos
estando, y los oligarcas hacen lo que les da la gana. Los niños, lo
que ven. Por eso abundan por estas tierras los que de haber tenido el
poder de Franco hubieran fusilado al doble de gente, puesto que el
odio que destilan sus comentarios hace pensar en eso, y , no
obstante, se creen mejores que él y no permiten que nadie lo cite en
términos que no sean condenatorios. Olvidan que no basta con decir
que Franco fue malo, hay que demostrar además la intención de ser
mejor que él.
Los
hay en España a los que la lectura de 1984, de George Orwell, no
les sirve para darse cuenta de a donde conduce el culto al poder,
sino para comprender las posibilidades de la neolengua, y por ahí
van, utilizándola a troche y moche, porque saben que el mundo está
lleno de incautos, deseosos de que les hagan creer lo que no es.
Se
han burlado, incluso, de la condición homosexual de Álvaro Pombo,
sin tener cuenta que, por esta circunstancia, no debió de sentirse
muy cómodo durante el franquismo. Milita, además, en UPyD, un
partido de izquierdas al que no se puede acusar de connivencia con el
terrorismo. Y tampoco es probable que tenga apetencias políticas.
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