Es
tal la escasez de recursos que demuestran tener quienes gobiernan la
Comunidad Valenciana que si tuvieran vergüenza dimitirían todos y
se irían a casa. Ah, pero es que no sirven para nada, pero se lo
montan. Tienen sueldos, dietas, kilometrajes, comida gratis,
aparcamientos gratis, medicamentos gratis, multas gratis, etcétera.
Este etcétera no sobra. Quizá nos cueste más dinero del que
pensamos.
Lo
que antecede no se circunscribe al gobierno valenciano, sino que se
refiere a todos los diputados valencianos. Algunos de ellos no se
conforman con ser inútiles, apoyan además hechos delictivos. Todo
ello al amparo de una Constitución que se ha demostrado ya más que
fracasado, pero que los que están instalados se empeñan en mantener
para no perder sus privilegios.
Están
tan seguros en sus cargos, porque les ampara la ley, que cuando
tienen que decir algo dicen lo primero que se les ocurre. Y se quedan
tan anchos.
Con
respecto al Banco de Valencia ha dicho uno de Teulada que está el
gobierno que costará más caro cerrarlo que mantenerlo. Y con eso se
da por satisfecho. No se da cuenta de que al decir eso se ha mostrado
incapaz de reconocer sus culpas en la situación en que se encuentra
este banco y también ha manifestado su nula capacidad para convencer
a la burguesía valenciana para que lo recupere.
Puede
que el gobierno haga las cuentas de otro modo y decida liquidar el
centenario banco, haciendo con ello un daño irreparable a la
Comunidad Valenciana, y comportándose además de forma injusta ante
los perjudicados que ninguna culpa tienen.
El
gobierno valenciano, que teóricamente está al servicio de todos los
valencianos, debería estar preocupado por la suerte de quienes han
confiado en este banco y en las instituciones que lo avalaban y en
las que debían vigilar que se ajustase a las normas. Pero no lo
está. El gobierno valenciano sólo demuestra estar preocupado por la
suerte de quienes lo componen.
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