Entre
tantos males como nos ha traído la crisis, algún beneficio hay
también. Uno de los más apreciables quizá sea que nos obliga a
mirarnos al espejo y es entonces cuando nos damos cuenta de que la
definición república bananera nos viene como anillo al dedo.
Si
España fuera un país serio, personajes como el tal Sánchez
Gordillo y sindicatos como el SAT, no tendrían cabida.
Otra
cosa que se percibe al mirarnos en el espejo es que tenemos impulsos
suicidas. En algún momento de nuestra historia los españoles
adquirimos un complejo de inferioridad del que todavía no nos hemos
desprendido, como lo demuestra el hecho de que nos creamos incapaces
de salir de la crisis y esperemos que nos saquen otros, que votemos y
aplaudamos a políticos malos, e incluso estrambóticos, como el
citado Sánchez Gordillo, y hasta se le aplauda y disculpe cuando
comete alguna fechoría.
Como
cunda entre los memos del país que la solución a nuestros males
pasa por el camino de las fechorías, ya no tendremos remedio.
Un
tipo que vive en el sistema y que ataca los cimientos del sistema
debería ser expelido por éste de forma automática. Pero resulta
que la oligarquía española en su pecado lleva la penitencia. Puesto
que actúa tan egoístamente que no deja ningún resquicio para la
esperanza, los demagogos y demás despabilados encuentran el caldo de
cultivo ideal para medrar.
Estos
demagogos se han percatado del poder que proporciona tener un elevado
grupo de seguidores, y se han propuesto utilizarlo. Pero el poder
corrompe, tampoco conviene olvidar esto.
Para
salir de la crisis hay que encontrar el camino adecuado y sobre todo
querer salir y confiar en que se va a lograr. Para hundirnos de forma
irremediable basta con seguir a cualquier truhán, o apoyarle en sus
disparates.
No hay comentarios:
Publicar un comentario