Nos
dicen ahora que Juan Guerra es el primero de todos, pero eso no es
cierto. Quizá sea el más famoso, o el primer nombre que la gente
asocia a la corrupción, pero la cosa ya venía de
atrás.
'La amante imperfecta'
Tan
de atrás como del propio nacimiento de esta que llaman democracia y
no lo es. El mismo hecho de que los partidos se quedaran el poder
para sí, convirtiéndose de este modo en sucesores de Franco, es un
hecho corrupto.
Claro
que en aquellos primeros tiempos supuestamente democráticos, casi
todos los españoles nos creímos lo de la democracia y hasta algunos
políticos pecaron de incautos.
Uno
de ellos fue Alonso Puerta. En la wikipedia se explica que fue
expulsado del PSOE porque se opuso a la adjudicación irregular de
contratas. Ingresó en otro partido, pero el grueso de los españoles
prefirió seguir votando al PSOE o, en menor medida, al PP y otros
partidos periféricos. El político que había puesto de manifiesto
su honradez no fue premiado por los votantes. Y ahora que sufrimos
una corrupción galopante en España podemos decir que de aquellos
polvos vienen estos lodos. Tampoco la honradez de Julio Anguita ha
sido premiada jamás por los votantes, que han preferido la
“brillantez”, de Felipe González, reconvertido en los últimos
tiempos en diseñador de joyas para multimillonarias, o en la
“austeridad”, ¡ja!, de José María Aznar, en la “gracia” de
Zapatero, “every day bonsai”, o en la “malasombra” de Rajoy.
Es
que Alonso Puerta fue el primero y el último en denunciar la
corrupción detectada en el propio partido. A partir de entonces,
todos tomaron nota. Los partidos sofisticaron sus métodos de
control, para que eso no pudiera volver a ocurrir. Y los posibles
denunciantes de lo que les ocurriría si seguían adelante con sus
propósitos.
En
aquellas naciones en las que, como en España, las oligarquías
controlan todos los resortes del poder, la corrupción campa a sus
anchas.
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