Han
pillado a Díaz Ferrán y no me sorprende. Es decir, lo que no me
sorprende es que un pez gordo actúe delictivamente, lo que me
sorprende es que lo pillen. Quizá este Díaz Ferrán haya caído en
desgracia.
Un
pez chico también puede actuar delictivamente, pero con más riesgo.
Si un pobre olvida incluir en la declaración de la renta cien euros
que cobró quince meses antes y de los que ya ni se acuerda es
llamado al orden por los servicios de Inspección de Hacienda. A los
ricos que se llevan el dinero a los paraísos fiscales se les ofrece
una amnistía fiscal, a la que se acogen apenas cuatro gatos, y saber
por qué razón lo hacen. Los más se saben impunes. Si pudiendo
pillarles Hacienda no lo hace ¿a qué tanto miedo?
Los
oligarcas españoles, financieros y políticos, se protegen unos a
otros, quizá por corporativismo, pero acaso también porque temen
que haya dossieres en liza.
Sea
por lo que sea, lo cierto es que no se ve en España que la justicia
trate igual a los delincuentes de cuello blanco, a los que en la
mayor parte de los casos ni siquiera se les puede llamar así, que a
los pobres, a los que no ses perdona nada.
Quizá
el peso de la ley caiga sobre Díaz Ferrán y le haga daño. Pero
también es posible que si llegan a juzgarlo y condenarlo, luego le
apliquen todos esos beneficios penitenciarios de los que gozan los de
la crema. A algunos, por no decir que a la mayoría, incluso los
indultan.
Me
inclino a pensar que toda la publicidad que se ha dado en este caso,
como en otros que han tenido que ver con personas famosas, tiene la
finalidad de que nos creamos que Hacienda está vigilante. Es cierto
que vigila, pero a los pobres.
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