Hoy
he mandado algunas tarjetas felicitando la navidad y el año nuevo.
He utilizado las de la Asociación
de Pintores con la Boca y con el Pie.
Creo
que son ideales. Las fiestas navideñas son entrañables y en ellas
se felicita a los seres queridos y se les desean toda suerte de
parabienes para el año venidero.
Los
seres humanos tienden al bien. Al menos un porcentaje muy elevado de
ellos necesita creerse bueno, y, por ello, cada vez que hace algo
malo ha de buscar algún tipo de coartada o justificación. Esto es
una gran suerte, porque si no fuera por eso no se llevaría a cabo
únicamente un pequeño porcentaje de todas las maldades posibles.
Todos
necesitamos creernos buenos, pero hacer buenas obras requiere, por lo
común, esfuerzo y sacrificio, no así como el mal, que a menudo es
muy fácil de hacer.
Sin
embargo, hay cosas buenas que se pueden hacer de modo casi gratuito,
como lo es colaborar con estos esforzados pintores que pintan con la
boca y con el pie.
Hay
otra cuestión que conviene tener en cuenta y es que los cuadros
están tan bien pintados que cualquiera se creería que son obra de
un profesor de Bellas Artes. Se sabe cómo han sido hechos porque lo
pone.
A
cualquier persona sensible le produce satisfacción saber que incluso
en las condiciones más adversas el ser humano es capaz de encontrar
el modo de desenvolverse. Los pintores con el pie y con la boca nos
indican el camino a seguir si queremos considerarnos plenamente
humanos y no unos animales en proceso de evolución.
Quizá,
para considerarnos humanos debamos cambiar nuestro modo de considerar
a las personas y tener en cuenta capacidades a las que se presta
mucha menos atención de la que merecen. Nos ofuscamos admirando
ciertos atributos y nos perdemos lo mejor de las personas.
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