El
ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, quiere hacer pública la
lista de los defraudadores, pero luego añade que sólo la de los que
tengan sentencia firme condenatoria.
Eso
es todo, amigos, como decía Bugs Bunny.
Sólo
pretende dar la lista de aquellos a los que ha decidido dar caza. Si
le cambian la o del medio por una e se queda en Montero, el cazador.
¿Por
qué no hace pública la famosa lista de los 569?
No
cabe duda de que España es un país que está, desde tiempo
inmemorial, en manos de las oligarquías. Parecía que eso se iba a
acabar con el advenimiento de la democracia, pero bien se ve que se
ocuparon de que no fuera así.
De
modo que cuando un pobre no paga, Hacienda sabe cómo obligarle a
pagar. Pero los que ni con sentencia firme en contra piensan pagar y
a Montoro no se le ocurre más que hacerles chantaje, amenazándoles
con la vergüenza pública.
Pues
a ver si los susodichos contraatacan difundiendo dossieres de
defraudadores protegidos por los sucesivos gobiernos. A ver si
resulta que algunos prebostes políticos también defraudan por todo
lo alto. A ver si resulta que algunos ministros o ex ministros tienen
o han tenido cuentas en paraísos fiscales.
Si
se desvelara algo parecido ningún español se sorprendería.
El
fraude fiscal en España es desorbitado y ningún gobierno se ha
avergonzado de que las cosas sean así, ni se les ocurre cambiar el
sistema para acabar con él. Ideas “geniales” sí que van
teniendo unos y otros. En el arte de marear la perdiz tenemos muchos
expertos.
¿Por
qué De la Rosa ha denunciado ahora una cosa del pasado que venía
callando? Dado que se sabe a ciencia cierta que el fraude fiscal
sobrepasa holgadamente lo soportable, todos estos movimientos inducen
a tener muchas sospechas. No da la impresión de que Montoro quiera
acabar con este estado de cosas.
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