Eso
afirma Javier De la Rosa que le dijo Jordi Pujol. Supongo que Pujol
lo negará todo, pero a mí no me extrañaría nada que fuera verdad.
Los nacionalistas son prepotentes y abusones.
Yo
me siento controlado todo el tiempo. Sé que Hacienda me vigila y me
gustaría pensar que también vigila a todos los demás, pero tengo
la sospecha de que no es así, sino que hay unos cuantos a los que se
les aplica la no tan dura ley de la manga ancha. O sea, que algunos
se les permite defraudar. Ahí están esos 569 desconocidos clientes
de un banco de un paraíso fiscal. Y hay más paraísos fiscales y
más bancos.
El
tal Jordi Pujol, “trabajando por Cataluña”, llevó a la quiebra
a la Banca Catalana. A pesar de eso, ganó las elecciones. Le gusta
recordarlo. Pero no tiene una palabra de agradecimiento, ni tampoco
de consuelo, para quieres se arruinaron, puesto que habían invertido
sus ahorros en acciones de ese banco.
Además
de eso, ese milhombres bajito y cabezudo, como le llama Albert
Boadella, ha llevado a cabo la política que le conviene a él
personalmente, sin tener en cuenta el daño que hace a los catalanes
y a los demás españoles. Se han roto familias y amistades que
parecían inquebrantables se ha comprobado que no lo eran. No me
extrañaría que se sintiera satisfecho.
Escribió
ayer un columnista que tanto España como Cataluña carecen de
proyecto nacional. Lo que ocurre es
que todos los gobiernos españoles, nacionales y autonómicos, a lo
largo de los tiempos, trabajan para las oligarquías, entre
otras cosas, porque forman parte de ellas, y de esa forma es difícil
que cuaje un proyecto nacional.
Por
otra parte, se sabe que total son trescientas o cuatrocientas
familias catalanas las que sacan provecho de todo eso. Los demás,
todos salen perdiendo, aunque lo hacen a gusto.
Los
oligarcas constituyen el peor
lastre de cualquier nación, amenacen o no.
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