Resulta
curioso que Juan Luis Cebrián, también llamado Juan Luix por su
afición a escribir clítorix, que tanto empeño puso en entrar en la
RAE, una vez que está dentro no se dedique en cuerpo y alma a ella.
Todos
ganaríamos. Lo más probable es que la hundiera, igual que ha
hundido a El País, y que, por tanto, desapareciera o cambiara el
modo de funcionamiento que lleva de unos años a esta parte, puesto
que en lugar de buscar gente capacitada para limpiar, fijar y dar
esplendor a la lengua, se utiliza para premiar a los fieles a no sé
qué causa.
Ignoro
si Juan Luis Cebrián será fiel o no a alguna causa, pero lo que
parece fuera de toda duda es que si se dedica a la RAE, la hunde.
El
País, el diario que tan "brillantemente" dirige, no para de despedir
gente, y ahí está él, sin plantearse en ningún momento, que su
presencia pueda ser una rémora, o algo peor, para la publicación.
Puesto que con sus emolumentos del año pasado tiene garantizada una
cómoda subsistencia durante el tiempo que le quede de vida, podría
abandonar la dirección del periódico, o, mejor todavía, irse del
todo del periódico, para que otras personas puedan intentar sacarlo
a flote.
Pero
los mandamases españoles de cualquier empresa, organismo o
institución, por lo general, desconocen lo que es la autocrítica.
Se conoce que piensan que sus almas son de una blancura deslumbrante
y que todo lo que hacen está bien. Hay muchas almas blancas tendidas
al sol en España. Y a pesar de tanta probidad estamos en crisis.
Se
fue Enric González de El País y sigue Juan Luis Cebrián. Así
están las cosas de mal en España. Con la falta que hace un
periódico serio y realmente independiente de cualquier poder.
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