Pero
no lo está por una tontería cualquiera, o por un gafe contrastado,
sino por la atroz estupidez de que las vías férreas que pasan por
Madrid tienen prioridad.
El
asunto tiene que ver con la escasa calidad democrática de quienes
viven de la democracia. El orden por el que se han ido haciendo las
líneas del AVE responde más al capricho de los sucesivos dirigentes
que a las necesidades reales de los ciudadanos.
Los
políticos españoles manejan el dinero de los ciudadanos como si
cayera del cielo y no se percatan de que muchos ciudadanos han de
renunciar a cosas que necesitan imperativamente para poder
satisfacer las apetencias de los políticos, que no se privan de
nada, dicho sea de paso.
Se
esperaba, por ejemplo, que las Comunidades Autónomas sirvieran para
acercar la Administración a los ciudadanos y resulta que se utilizan
para tomarles el pelo, haciéndoles desear y pugnar por cosas que no
necesitan y gastar su dinero en instalaciones que jamás serán
rentables y cuyo mantenimiento habrá que pagar siempre. Habría que
averiguar qué personas se ocupan de esos mantenimientos y cómo han
accedido a los cargos. Y si ha habido comisiones en la construcción
de esas instalaciones y quiénes se las han llevado.
Si
estos políticos que derrochan nuestro dinero sin que podamos hacer
nada más que mirar cómo lo hacen, porque en este menester todos son
iguales, fueran realmente demócratas respetarían a los ciudadanos y
en este supuesto cada vez que se hubieran propuesto hacer una línea
de AVE, un aeropuerto, una autovía y tantas otras cosas, hubieran
optado siempre por la opción más rentable. En este supuesto, el
Corredor Mediterráneo sería una realidad desde hace mucho.
Por
supuesto que el Estado ha de ir a donde no llegue la iniciativa
privada, pero es otra historia. Además, si se malgasta el dinero
tampoco se pueden atender estas necesidades.
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