lunes, 3 de diciembre de 2012

Los 430 euros de un jubilado

Si un jubilado medio se ve en la necesidad de gastar 430 euros mira y remira el objeto que ha de comprar, para no errar el tiro, puesto que no hay bala en recámara. Muchos jubilados, con su paga han de atender a hijos y nietos. Algunos han de pagar la hipoteca de sus hijos para que no los desahucien a los dos.
Y de pronto el gobierno decide quedarse con esos 430 euros. El jubilado, en principio, se siente satisfecho. La patria lo necesita. O sea, los españoles. Puede envolverse con mantas, en lugar de poner la calefacción; puede disminuir las dosis de carne y pescado de su dieta; puede prescindir de la cerveza, del vino y hasta del café; puede dejar de tomar los medicamentos que necesita; si muere a consecuencia de todo ello considerará que lo ha hecho por la patria.
Pero abre un periódico, que tampoco puede comprar, y se entera de que los diputados nacionales y autonómicos hablan por el móvil a su costa. Que muchos dirigentes políticos tienen coche oficial con chófer y que algunos de ellos lo utilizan para llevar a los niños al colegio o para hacer la compra. Que las elecciones catalanas, adelantadas caprichosa y tontamente, han costado cerca de 40 millones de euros. Que las televisiones, cuya utilidad no se advierte por ningún lado, pierden grandes cantidades de dinero.
Y que los demás partidos políticos y los sindicatos han protestado la medida, pero ninguno ha renunciado a sus privilegios, prebendas, ni subvenciones. Y el jubilado piensa que algo que ya sabía, que unas cosas son más necesarias que otras, cobra una nueva dimensión: para quienes manejan el dinero de los contribuyentes el bienestar de los políticos y de los sindicalistas es fundamental. El jubilado comprende entonces que si muere por no poder comprar comida, o medicamentos o calefacción, no será por la patria, sino por una parte de ella.

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