Qué
pena me da ver al valenciano llorando y gimiendo. Las lenguas no
lloran, ni tampoco gimen, me ha dicho uno que me ha escuchado. Las
lenguas son como las escobas o los coches, por ejemplo; instrumentos
al servicio de las personas.
Y,
entonces, ¿de qué se queja la Universidad valenciana?, pregunto yo.
¿Por quién tiene que velar la Universidad, por los alumnos o por
los instrumentos?
En
Estados Unidos, país en el que el dinero de los impuestos es sagrado
y basta con pedir cualquier factura a un organismo oficial para que
sea mostrada de inmediato, no hay ningún idioma oficial. En cambio,
en España, país en el que las facturas de la Administración no se
muestran, hay muchos idiomas oficiales. La conclusión es obvia.
Estados Unidos es un país con larga tradición democrática y España
es un país en el que nos dicen que hay democracia y algunos se lo
creen, pero que está lleno de dictadores que gustan de imponer cosas
a los demás y encima dicen que nos hacen un favor y también hay
gente que se cree esto.
No
es un favor que se empleen dinero de los impuestos y energías en
imponer algo a los niños (el mayor tesoro de un país) que en el
futuro no servirá para nada a la mayoría de ellos.
Me
parece muy bien, e incluso de suma importancia, que se protejan
algunas costumbres, no todas, y las lenguas vernáculas, pero de que
se protejan a que se impongan va un trecho muy largo.
Se
puede proteger una lengua otorgando algún tipo de premio a quienes
la elijan y la estudien con aprovechamiento.
Creo
que cada alumno, o sus padres mientras no llegara a una determinada
edad, debería tener libertad para elegir dos lenguas, como mínimo,
de entre las que tuviera en oferta su centro, para sus estudios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario