Hace algún tiempo, el juez Marino Barbero llevaba a cabo una investigación y de pronto la prensa comenzó a difundir información sobre sus dificultades financieras. No se pudo determinar quien había filtrado esa información confidencial, que nadie debió haber investigado y mucho menos difundido. El juez abandonó la carrera judicial, a la vista de las circunstancias. Cuando una persona queda indefensa frente al poder, puede hablarse de dictadura. En democracia, nadie debería padecer indefensión. El gobierno debería haber hecho lo posible y lo imposible para averiguar quién había investigado al juez y filtrado los resultados de la investigación a la prensa.
El asunto Marino Barbero ocurrió durante el mandato de Felipe González, al que hay que añadir el caso de Mister X, también de ese periodo. El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Por tanto, por higiene democrática, los políticos deberían ser los primeros interesados en que su poder estuviera limitado por el judicial y para eso es preciso que los jueces puedan trabajar tranquilamente y sin temor.
El juez Marino Barbero se retiró y probablemente muchos otros jueces aprendieron la lección de que con el poder no se juega. Dado el desenlace del caso, es inevitable pensar de este modo.
La cuestión es que no parece que los políticos españoles sean muy demócratas, puesto que lejos de buscar limitar su poder tratan de ejercerlo sin límites. Y en ese supuesto trabaja también la prensa, como lo demuestra la información de que se estaba siguiendo al juez Roberto García Calvo con la intención de desprestigiarle. Es una información gravísima, que puede terminar de desmoralizar a la judicatura y de paso a la ciudadanía. El gobierno debería investigar y explicar detenida y claramente este asunto y someterse de buen grado a todas las preguntas que quisiera hacerle la oposición.
Resulta sintomático, por otro lado, que a la muerte del juez, el tipo de comentarios que se han hecho, totalmente irrespetuosos con él.
El asunto Marino Barbero ocurrió durante el mandato de Felipe González, al que hay que añadir el caso de Mister X, también de ese periodo. El poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente. Por tanto, por higiene democrática, los políticos deberían ser los primeros interesados en que su poder estuviera limitado por el judicial y para eso es preciso que los jueces puedan trabajar tranquilamente y sin temor.
El juez Marino Barbero se retiró y probablemente muchos otros jueces aprendieron la lección de que con el poder no se juega. Dado el desenlace del caso, es inevitable pensar de este modo.
La cuestión es que no parece que los políticos españoles sean muy demócratas, puesto que lejos de buscar limitar su poder tratan de ejercerlo sin límites. Y en ese supuesto trabaja también la prensa, como lo demuestra la información de que se estaba siguiendo al juez Roberto García Calvo con la intención de desprestigiarle. Es una información gravísima, que puede terminar de desmoralizar a la judicatura y de paso a la ciudadanía. El gobierno debería investigar y explicar detenida y claramente este asunto y someterse de buen grado a todas las preguntas que quisiera hacerle la oposición.
Resulta sintomático, por otro lado, que a la muerte del juez, el tipo de comentarios que se han hecho, totalmente irrespetuosos con él.
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