Sé de un pueblo de la Comunidad Valenciana cuyo número de habitantes antes de la invasión turística era de 3000 habitantes, en números redondos y con un margen de error del cuarenta por ciento. No hace mucho me informaron de que el número de empleados del ayuntamiento ascendía a 700, entre asesores y demás, y creo que incluso me dijeron que su sueldo medio era de 3000 euros. La construcción se conoce que da para mucho. Supongamos que el pueblo tiene una calle o avenida dedicada a Gabriel Miró y que éste sale de su tumba y se da una vueltecita por allí. Pues pensaría que le estaban tomando el pelo y volvería enojado a su tumba.
Es casi seguro que en otros pueblos se ha hecho peor. Pero de ahí a que se cuando se habla de urbanismo depredador se mire a la Comunidad Valenciana media un abismo. El desmadre ha sido general y el hecho de que se hayan dejado correr tanto las cosas, sin tener en cuenta que al estallar la crisis se perjudicaría gravemente a los más débiles, resulta, cuanto menos, sospechoso.
Pero aunque las voces interesadas señalen hacia los lugares que les interesan, luego vienen los datos y éstos dicen que en donde más decrece la compraventa de viviendas es en Cataluña y en el País Vasco, lo que viene a explicar que esas comunidades se ha venido construyendo mucho más de lo necesario. O sea, en las dos autonomías más nacionalistas. El recuerdo del tres por ciento viene al encuentro de estos datos. Y con él una duda: ¿Pone la justicia el mismo interés en destapar la corrupción en estos sitios que en otros?
Hay otro dato que añadir: La población de Barcelona se ha duplicado durante los últimos cincuenta años, pero el suelo urbanizado ha crecido considerablemente más. Creo que se puede decir, con total justicia, que los nacionalistas son unidireccionales, mientras miran lo que les interesa, desatienden lo demás.
'El libro de los amores ridículos'
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