domingo, 25 de mayo de 2008

La justicia española y María José Carrascosa

Creo que los jueces españoles son tan buenos, o tan malos, como los estadounidenses. Me refiero al sistema, entonces.
Creo que hay un dato crucial, que no se tiene en cuenta, y es que María José viajó tranquilamente a EE.UU., porque ya tenía una sentencia favorable en España, y no era consciente de lo que podía ocurrir. Si su ex marido hubiera sido noble no hubiera presentado la denuncia estando ella allí y si ya estaba presentada la hubiera retirado. El juez encargado del caso también debió haber tenido eso presente. Hay que considerar también que ella prefiere la cárcel antes que entregar a su hija y a él no le importa perjudicar a la hija con tal de hacer daño a su ex mujer. No es probable que él pueda conseguir ya jamás el cariño de la hija y tampoco parece que le importe el sufrimiento que les está infligiendo a las dos.
La familia de María José Carrascosa está tratando de encontrar ayuda en todas partes, de modo que recurrieron a los políticos valencianos. Fueron seis, de diferentes partidos, los que viajaron a Estados Unidos, para entrevistarse con María José. Al parecer, para justificar el viaje, contrataron los servicios de otro abogado. Gastaron mucho dinero de los contribuyentes para nada que no fuera su viaje. Si verdaderamente hubieran querido ayudar a la presa se hubieran puesto en contacto con los ministerios de Justicia y de Asuntos Exteriores para ver de qué modo era más conveniente hacerlo.
Los jueces estadounidenses puede que tengan muy mal concepto de los jueces españoles, puesto que ellos no se pliegan ante el poder político. Los políticos españoles son capaces de pasar por encima de la ley todas las veces que consideren oportuno. Por ejemplo, lo hicieron en el caso del Teatro Romano de Sagunto al principio y se disponen a hacerlo de nuevo ahora, ambas veces con la ayuda de los intelectuales que tienen en nómina.
Si la justicia española tuviera más fama de ser independiente frente al poder político y sus decisiones fueran más respetadas, quizás ahora fuera más fácil liberar a María José Carrascosa.

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